Culpa a pobreza del homicidio

Culpa a pobreza del homicidio
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Por Carlos Jiménez

carlos.jimenez.razon@gmail.com

La vida de Javier Covarrubias estuvo llena de frustraciones que fueron formando en él un “perfil de agresor”. Aún así está consiente de todo lo que hizo, no tiene afectaciones mentales y la Procuraduría capitalina lo encarcelará por el homicidio de sus dos hijos.

Él es quien primero dijo que le habían robado a los niños en Tepito, luego que los entregó por una deuda de 25 mil pesos y finalmente aceptó que los mató.

El motivo, dijo, fue que no tenía dinero para mantenerlos y quería tenerlo para comprar tenis y teléfonos, y para llevar a sus amigas al cine o a bailar.

La Razón tuvo acceso a un perfil hecho por la Procuraduría que explica que cuando tenía siete años, su papá se fue de casa. Su madre, una anciana, estaba enferma y él tenía que mantenerla.

Durante años vivió con ella en un cuarto de láminas y cartones en un cerro de la colonia Gabriel Hernández.

A los 15 años se fue a vivir con una mujer cinco años mayor que él, Irma Merino, quien después se convertiría en la mamá de sus dos hijos.

Tres veces intentó entrar a la prepa pero reprobó el examen. Quería drogarse con mariguana como sus vecinos, pero sólo le alcanzaba para comprar thíner y una estopa para inhalar.

Actualmente ganaba 6 mil pesos en una marisquería cercana al Metro Indios Verdes. Pero asegura que no le alcanzaba para sus gastos. Debía pagar mil 300 pesos de renta, mantener a su mamá, a su esposa, a sus dos hijos y a Fabiola, otra joven con la que se juntó hace cinco meses y con la que vivió sólo dos.

Las frustraciones y falta de dinero, dijo, lo orillaron a asfixiar a sus hijos en el cerro conocido como Parque Tepeyac.