11-M, la conspiración II

11-M, la conspiración II
Por:
  • larazon

Beatriz Martínez de Murguía

Se agotó el tema, se agotaron los recursos con los que seguir alimentando una supuesta conspiración urdida por policías y ex policías, políticos en activo y retirados, servicios de inteligencia infiltrados, manipulación de informes u ocultamiento de datos, sin olvidar a la banda terrorista ETA, para, en palabras del señor Aznar, “cambiar el curso político de España” asesinando para ello a 191 personas e hiriendo a más de 1800.

Poco a poco, como quien no quiere la cosa y en sigilo, quienes más agitaron las aguas de esa teoría de la conspiración durante toda una década la han ido abandonando después de haberle extraído todo el beneficio posible. Los cientos de miles de ejemplares de periódicos vendidos con grandes titulares sembrando la duda incluso sobre el aspecto más nimio, los articulistas bien remunerados que contribuyeron a que no decayera la sospecha y las innumerables tertulias, en radio y televisión, con sus correspondientes anunciantes, dedicadas a darle vueltas a una “conspiración” hecha de falsos supuestos, magnificando errores (no fundamentales) en la investigación de los hechos o dando pábulo a rumores absurdos, fue todo ello parte de una trama destinada a socavar la credibilidad de algunas de las instituciones fundamentales de España.

No basta el tibio reconocimiento por parte del recién nombrado director del periódico El Mundo (principal valedor, aunque no el único, de una teoría que dañó sin escrúpulo ni compasión a personas e instituciones) de haber errado al dar voz a testimonios de quienes, según confesión propia, estaban dispuestos a contar cualquier cosa, por absurda que fuese, mientras hubiese un cheque de por medio; como tampoco basta la “petición de perdón” de algún articulista ahora sinceramente compungido por haber creído a quienes, en sus palabras, nunca debió haber creído, pero dedicó años a reproducir sus mentiras y manipulaciones.

Me falta espacio para hacer un recuento de todo lo que se inventó y manipuló, sobre las mochilas que estallaron y el tipo de explosivo empleado, sobre si en realidad había habido una colaboración entre ETA y los militantes yihadistas luego encausados y si el gobierno socialista de entonces ocultaba datos a la Audiencia Nacional, o en la cárceles donde coincidían etarras y yihadistas unos y otros se llevaban sospechosamente bien... lo cual, dicho sea de paso, indica poco conocimiento de los vascos.

Pero lo que en verdad hizo de todo ello una gran conspiración fue la complicidad necesaria del Partido Popular, que incapaz de asumir sus errores (antes y después del 11-M) no tuvo reparo tampoco en buscar, por todos los medios posibles, la deslegitimación de un presidente democráticamente elegido, por extraordinarias que fueran las circunstancias y más cuando el presidente Aznar podía haber aplazado las elecciones y no lo hizo. Para ello el partido saliente no sólo alentó a los medios de comunicación implicados, sino que continuó sosteniendo la insostenible tesis de la participación de ETA hasta nada menos que 2012, cuando el nuevo fiscal general cerró definitivamente el asunto y, curiosamente, gobernaba de nuevo el PP.

Nota: Hoy me despido de todos ustedes, de quienes me leyeron y de quienes no lo hicieron, con gratitud y afecto. Una vez más, mi más sentido agradecimiento para Pablo Hiriart porque otra vez hizo posible “mi libertad de escribir”. Para Adrián Castillo, entrañable colaborador, todo mi afecto y reconocimiento.