20 asfixiantes años

20 asfixiantes años
Por:
  • rodolfoh-columnista

Ayer, en un mitin de campaña en la Benito Juárez, Alejandra Barrales dijo que no se le podía regatear a la izquierda lo que había logrado en 20 años. Lo curioso es que lo dijo frente a Ricardo Anaya y en territorio panista, en donde los amarillos nunca antes habían sido bien vistos.

Pero más allá de que hoy estén juntos en una alianza, por demás necesaria, yo sí que me voy a permitir discrepar con la abanderada del Frente. Entiendo que está buscando el voto, pero desde mi trinchera, las cosas se ven muy distintas.

Empecemos con la pobreza. De entrada, esa era la gran asignatura pendiente cuando ellos llegaron al poder. Sin embargo, hoy, después de dos largas décadas, un tercio de la población de la ciudad vive en situaciones deplorables. ¿Y cuántos han dejado esa condición después de cientos de miles de pesos repartidos en sus “programas sociales”?, pues la mala nueva es que prácticamente nadie.

Ahora bien, vamos al tema educativo, algo que sin duda está en el centro del desarrollo de una sociedad y que es, además, la única vía segura para dejar atrás la marginación, pues resulta que desde el día uno, la SEP puso sobre la mesa la descentralización educativa. Dos décadas después, la CDMX es la única entidad que no se hace cargo de la educación básica.

Nuestras escuelas dan pena, mientras que se gasta más en publicidad que en su mantenimiento (que eso es lo único de lo que se han hecho responsables). Y por lo que toca a la universidad patito que creó Andrés Manuel López Obrador, pues ya mucho se ha dicho al respecto. El número de egresados rompe la marca mundial de mediocridad, pero nos cuesta casi como el Tecnológico de Texas o la Universidad de California, en San Francisco.

El aire que respiramos hoy no es mejor que cuando ella tenía 30 añitos; además de que allá, por el 97, se circulaba un poquito mejor por la ciudad. Embotellamientos kilométricos y bloqueos de avenidas han sido el sello de la izquierda gobernante.

Por lo que toca a la inseguridad, bueno, su propio candidato presidencial ha recordado muchas veces la gran marcha que hubo en protesta contra el fenómeno cuando su exjefe mal gobernó. Los pirrurris nos dijo a quienes protestamos y poco tiempo después colapsó la ciudad, con la toma de Reforma. Así, pues, se puede decir que sus administraciones han sido tóxicas.

¡Ah, lo olvidaba! Tampoco acabaron con la corrupción; por el contrario, ha ido en aumento. Los gobiernos delegacionales no pueden ser más opacos y el ejercicio de su gasto se nota cada vez que salimos a la calle. Y bueno, tampoco podemos omitir el bejaranazo, ni la Línea 12, ni otras chuladas que dan muestra de la muy alta moral de la izquierda.

Pero para el descanso de su nerviosismo, es posible que gane, porque muchos la preferimos a ella que a sus hermanastros de la otra izquierda, más corruptos y radicales. Eso sí: Mikel no rebasa. Tan-tan.