Mancera, la disyuntiva

Mancera, la disyuntiva
Por:
  • Obdulio-Avila

Miguel Ángel Mancera Espinosa obtuvo un triunfo arrollador en 2012, con 63.58% de la votación, en un lejano segundo lugar quedó el PRI–PVEM, con apenas el 19.73%. Ningún jefe de gobierno electo democráticamente había alcanzado más del 48% de la votación, fue el cenit electoral del PRD.

Sólo para la memoria, en 1997, Cuauhtémoc Lázaro Cárdenas Solórzano ganó con 47.14% de los votos, postulado sólo por el PRD; en el 2000, Andrés Manuel López Obrador consiguió el 38%, casi de panzazo, gracias a la candidatura común de 6 partidos y en 2006 Marcelo Luis Ebrard Casaubón contabilizó 46.38%, con la coalición PRD, PT y Convergencia.

Un dato más: el porcentaje de votos en la ciudad para AMLO en la elección presidencial de 2006 fue de 58%.

Sin embargo, el verano de 2012 terminó, las cifras han cambiado. Una encuesta del Grupo Reforma publicada el pasado 26 de julio indica que el 66% está en desacuerdo con que Mancera renuncie a la Jefatura de Gobierno para buscar la candidatura presidencial, sólo 28% estaría conforme.

Existe un dato aún más importante: 71% de los encuestados no votaría por el titular del Ejecutivo local si fuera candidato presidencial, sólo 25% sí lo haría. Es de mencionarse que el doctor Mancera mantiene un 64% de aprobación hacia su gestión entre la ciudadanía.

La misma encuestadora, el pasado 23 de julio, publica que si Mancera fuera el candidato del Frente Amplio a la Presidencia de la República, incluidos en ese momento sólo PAN y PRD, el actual Jefe de Gobierno acumularía 16%, contra 33% del candidato de Morena, AMLO.

Si solamente fuera candidato a la Presidencia de la República, por el PRD su intención es de 9% en comparación con 30% del puntero, AMLO.

El doctor Mancera manifestó la posibilidad de contender por la presidencia por la vía independiente, en caso de que el Frente Amplio se consolide y que quien lo encabece sea un panista.

El Jefe de Gobierno es una pieza clave en la próxima elección, pero debe definir el papel que jugará. Una encrucijada que Ebrard enfrentó en su momento y que dejó pasar, para que AMLO fuera el candidato, bajo el argumento de la división de la izquierda; claro, antes del cisma.

El Jefe de Gobierno afronta una disyuntiva a partir del 17 de septiembre: ser candidato independiente, participar en el Frente o permanecer en el cargo. Si se va, debe cerrar a tambor batiente, si no los socavones hundirán su aspiración. Desde los coyunturales en las calles, los estacionales provocados por las lluvias y el creciente hoyo negro de la inseguridad.

Las decisiones que tome en los próximos días lo pueden catapultar como un fuerte aspirante a la presidencia o puede ser un candidato que, como Cárdenas en 2000, obtenga menos del 26% de los votos para presidente en la Ciudad.