A los mexicanos no les gusta –aún- Airbnb

A los mexicanos no les gusta –aún- Airbnb
Por:
  • gerardo_garcia

Es una apuesta significativa. Es un reto que, sin embargo, parece que lo cumplirán con cierta rapidez los encargados de hacerlo. Cambiar la manera de que un viajero convencional, como lo es el mexicano, se hospede, pues no es cuestión tan simple, pero en estos días de disrupción, todo es posible.

Si consideráramos a AirBnb en México como una "cadena hotelera", por su inventario de alojamiento que oferta, sería la más grande en el mercado. Así, de ese tamaño. Y es que hay un antes y un después de Airbnb para la hotelería; un cambio en la manera de viajar y hospedarse para millones de personas. De acuerdo a estimaciones de sus inventarios, Airbnb y Homeway ofrecen más de 40 mil habitaciones en todo México, el equivalente al 6 por ciento de la oferta de habitaciones del sector en el país. Para comparar, la mayor cadena hotelera de México, Grupo Posadas opera 23 mil 700 cuartos, y la segunda, que es City Express apenas alcanza las 12 mil 900 habitaciones. En los destinos turísticos del país, se contabilizan unas 8 mil en Playa del Carmen y Tulum, cuatro mil 400 en Puerto Vallarta, dos mil 200 en Cancún, mil cuatrocientos en los Cabos y unas seis mil en la Ciudad de México.

De igual manera, se estima que las ventas anuales de estas dos plataformas en México alcanzan los 14 mil millones de pesos, dejándole de pagar al Sistema de Administración Tributaria al menos cuatro mil millones de pesos al año. De ese tamaño es el asunto.

Es, el de nuestro país, el cuarto mercado más importante para esta empresa estadounidense que, basada en la "economía colaborativa", ha revolucionado la industria del hospedaje en el mundo entero. En inventario de alojamiento, es la empresa que más tiene disponible, por encima de cualquier cadena hotelera. La semana anterior, la empresa presentó a Angel Terral como su nuevo director general para México. Aprovecharon para liberar un comunicado en el que se destaca que en los últimos 12 meses se presentó un crecimiento de 165 por ciento en cuanto al número de huéspedes, la "comunidad de anfitriones" creció 75 por ciento mientras que el número de alojamientos avanzó 71 por ciento.

El otro dato interesante a destacar tiene que ver con la composición del mercado. Un millón ochocientos mil viajeros provenientes de otros países se alojaron en los últimos doce meses en alojamientos disponibles en la plataforma, contra ochocientos mil mexicanos. Es una realidad, pues, que el mercado mexicano, mucho más tradicional, sigue optando por la opción de la hotelería tradicional, aunque el número va creciendo. Ese será un reto interesante; conseguir que el nacional opte por este tipo de alojamiento.

El otro reto, aceptar que tiene que jugar con las mismas reglas que juegan sus competidores y pagar impuestos de la misma manera. Ya sucede en la Ciudad de México y se espera que en breve lo haga en Quintana Roo. La respuesta de la hotelería, no sólo en el país, sino en casi todos los países donde opera, es de rechazo. Argumentan que no juegan en igualdad de condiciones, pues estas plataformas no están sujetas a los costos fiscales que significa la operación de las empresas establecidas, que sin pagar impuesto alguno Airbnb aprovecha de igual manera la infraestructura urbana y de servicios sin pagar un solo peso. Una competencia desleal que en efecto existe. Más allá que se trata de una oferta de alojamiento distinta a la tradicional, que no supone el gasto en servicio a los que contratan por estas vías casas o departamentos, es verdad que no pagan un peso en impuestos, a diferencia de sus competidores hoteleros.

No es una mala salida. Negarse a la existencia de Airbnb es tan equivocado como rechazar a Uber. Se trata de un cambio en la manera de alojarse, viajar y transportarse. Uno que es el que busca un mercado en específico que no significa, de ninguna manera, el fin de la hotelería tradicional.