Ajenos al espíritu de la Iniciativa México

La esencia de la Iniciativa México —en su intento por exaltar el afán de quienes trabajan por el país que queremos— debería funcionar como llamado de atención a funcionarios que bloquean la divulgación de esos esfuerzos.

El pasado fin de semana se reunieron en la Secretaría de Relaciones Exteriores decenas de mexicanos con exitosas carreras en el extranjero: uno, el científico Gabriel Pulido, trabaja en Otawa y fue el primero del mundo en inhibir la entrada viral del VIH.

Sin embargo, la SRE desarrolló el encuentro a puertas cerradas, una decisión que toma con regularidad en ese tipo de eventos, denominados jornadas informativas del Instituto de Mexicanos en el Exterior.

También participó el ingeniero René Villalobos, director del Centro de Ingeniería Logística de la Universidad Estatal de Arizona, cuyas investigaciones son auspiciadas por Nacional Science Foundation y el Programa de Tecnología Avanzada del Estado de Texas.

Resulta paradójica esta reserva, pues la SRE promueve esos eventos internamente como “una red global en la que participa la comunidad migrante altamente calificada y permite articular proyectos con sus contrapartes mexicanas para contribuir al desarrollo de México”.

Pero no parece interesarle que se sepa: una lástima, porque la comunidad mexicana en el exterior no sólo cuenta con quienes se esfuerzan como obreros para mandar remesas, sino también con más de un millón de científicos, profesionales y postgraduados.

A eso se refiere el presidente Felipe Calderón en su reclamo: “Yo algún día sueño poder ver, leer o escuchar en un medio que hay dos partes de la página: en una que estén los hechos o las noticias malas, y en el otro lado de la página, las noticias buenas”.

Y Ricardo Salinas, presidente del Grupo Salinas, cuando lamentaba ayer, presentando la Iniciativa México: “Se le presta más atención a un criminal que a alguien que inventa, innova, trabaja de manera desinteresada por mejorar el nivel de vida de los mexicanos”.

No sólo la discreción de la SRE limita el sueño del Presidente o el deseo de Ricardo Salinas, también las decisiones de funcionarios que se atribuyen derechos sobre la información.

Como Miguel Ángel Pineda, jefe de Divulgación Cultural de la Secretaría de Cultura del DF, quien impidió la semana pasada que Cristina Faesler, directora del Museo de la Ciudad de México, diera una entrevista al crítico de arte de este diario, Ernesto Lozano, sobre la expo de Pierre Soulages.

Son ejemplos ajenos a la Iniciativa México. En cambio, hay casos de

apertura: comunicación social de la Secretaría de Turismo y PGR, en el área federal; y la Secretaría de Gobierno y la Consejería Jurídica, en el GDF.

Ahí sí van por rescatar al México dinámico y emprendedor de la Iniciativa México.

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