Al estado de Morelos, lo agobia la violencia

- Como dirigente social, y líder político, Graco Ramírez fue uno de los más importantes impulsores para derrocar del gobernador de Morelos, el entonces mandatario priista Jorge Carrillo Olea. Actualmente el propio Graco vive la misma situación de poder ser destituido, porque unas 100 organizaciones exigen su renuncia y anuncias movilizaciones para los próximos días. El niega que haya violencia extrema, aunque los residentes de esa entidad hablan de secuestro y asesinatos.

Al gobernador perredista le están dando una sopa de su propio chocolate, como dice el refrán. Aunque Graco desestima la amenaza de ser destituido, parece que las exigencias de renuncia van en serio. En el movimiento anti Graco participan desde representantes de la iglesia católica morelense, de la universidad del estado, un nieto de Emiliano Zapata y gente como Javier Sicilia, entre otros.

Seguramente el coronel Carrillo Olea hoy ve que su antiguo adversario vive la misma situación que él hace algunos años. El clima de violencia no ha cambiado tanto. Entonces Graco exigía paz y buen manejo de los recursos públicos. Hoy recibe las mismas acusaciones.

Carrillo Olea tuvo que pedir licencia al cargo luego de múltiples manifestaciones en su contra debido al incremente de la violencia en la entidad. Entonces las protestas estuvieron encabezadas por Graco Ramírez.

Durante la gestión del gobernador perredista han ocurrido múltiples protestas y movilizaciones en su contra, acusando una y otra vez a Carrillo Olea como el organizador de las mismas, lo que obligó al ex mandatario priista a abandonar la entidad y anunciar que se iría a radicar la Ciudad de México, no sin antes enviarle una carta a Graco pidiéndole que no lo culpara de sus desaseos gubernamentales.

Igual que Carrillo Olea, Graco ofreció terminar con el clima de violencia del estado, donde se asentaron grupos de narcotraficantes. Sin embargo, ni uno ni otro lograron frenar la ola de secuestros, asesinatos, extorsiones y robos. Como tampoco lo hicieron los gobernadores panistas Sergio Estrada Cajigal y Marco Antonio Adame Castillo.

Con Estrada Cajigal se disparó el índice delictivo, incluso durante su gestión fueron encarcelados varios de sus funcionarios del gabinete de seguridad, acusados de mantener nexos con integrantes del crimen organizado. Con Adame Castillo los principales señalamientos fueron por marcado desorden urbano y un desmedido deterioro ambiental.

 El veracruzano Javier Duarte gobernador en funciones y el panista Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador electo, debaten con insultos y acusaciones de corrupto y de ladrón, pelea que toma el rango de pleito callejero y que involucra a toda la población, la que advierte el deterioro de las principales figuras políticas de la entidad. Es un pleito enconado, sin tregua de ninguna clase, celebrado a título personal, como una medición de fuerzas entre el que detenta el poder y el que lo hará por los dos años siguientes, a partir del 1 de diciembre.

Para Yunes Linares fue uno de los compromisos sellados durante la campaña electoral el llevar ante las autoridades judiciales al gobernador y a sus principales secuaces, que, asegura, han saqueado y endeudado al estado. Duarte respondió y acusa a Yunes Linares de enriquecimiento inexplicable, aprovechando los cargos públicos por los que ha desfilado.

Uno y otro se muestran lujosas mansiones, filtran documentación que, supuestamente, los acredita y establecen los nombres de los presuntos prestanombres que los protegen de miradas o investigaciones indiscretas. Parecía que la ofensiva de Yunes Linares descansaría luego de su triunfo en las urnas, pero ésta se intensificó, sin importar los meses que faltan para que asuma el cargo de Ejecutivo estatal. El reclamo social es que Duarte presente la lista de bienes que adquirió en los últimos 5 años, pero también exigen que Yunes Linares, aclare su caudalosa fortuna, junto con la de sus hijos.

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