Algo más sobre la teología de la liberación

Algo más sobre la teología de la liberación
Por:
  • larazon

Guillermo Hurtado

En mi artículo del sábado sostuve que la teología de la liberación del siglo anterior ya no puede ser un camino viable para los católicos latinoamericanos preocupados por la cuestión social.

En el artículo de hoy quiero ahondar en los reparos que yo pondría a una exhumación apresurada de la teología de la liberación del siglo XX.

Tanto la teología de la liberación como la filosofía de la liberación estuvieron muy ligadas a la teoría de la dependencia desarrollada en América del Sur y cuyo centro de irradiación fue la CEPAL en Chile. La teoría de la dependencia se enfocaba en la relación asimétrica entre el centro y la periferia, y la culpaba del estado de subdesarrollo de las naciones del llamado tercer mundo. Para impulsar el crecimiento económico de esos países se recomendaba que el Estado tomara el control de la economía, que se cerraran las importaciones para proteger la industria local y que se elevaran por decreto los sueldos de los trabajadores.

Mi primera objeción al vínculo entre la teología de la liberación y la teoría de la dependencia es de orden general. El catolicismo es una fusión entre la religión cristiana, de origen bíblico, y la filosofía griega, que era pagana. Inspirándose en ese antecedente, en el siglo XX algunos pensadores intentaron hacer fusiones entre el catolicismo y otras doctrinas ateas, como el psicoanálisis o el marxismo. La teología de la liberación, en su versión más extrema, es una síntesis entre el catolicismo posterior al Concilio Vaticano II y la teoría de la dependencia. Pero como toda teoría científica es falible, es decir, puede resultar falsa, la teología no puede apoyarse en cualquiera de ellas sin riesgo de ser refutada.

La segunda objeción es que, más allá de que, por principio, la teología no debe estar fundada en las ciencias sociales, la teoría de la dependencia, en lo particular, fracasó en sus análisis y resultados y, por ello, ha sido abandonada. Por ejemplo, uno de los principales teóricos de la dependencia fue Fernando Henrique Cardoso, presidente del Brasil de 1995 a 2002.

Durante su gestión, Cardoso no implantó las medidas económicas recomendadas por la teoría de la dependencia porque habían fracasado en otros países. Las políticas recomendadas por esta teoría generaron una hiperinflación que perjudicó seriamente el nivel de vida de las clases trabajadoras. Como se ha probado recientemente en países como Chile y Perú, no fue la teoría de la dependencia la que logró que bajaran los índices de pobreza.

Nada de lo que he dicho implica que los católicos deban quedarse con los brazos cruzados ante el fenómeno escandaloso de la pobreza. Tampoco implica que acepten el neoliberalismo de una manera acrítica. El reto, como ya dije, es encontrar nuevas rutas de pensamiento que nos permitan transformar la realidad de manera cristiana.

guillermo.hurtado@3.80.3.65