Álvaro Obregón

Álvaro Obregón
Por:
  • rodolfoh-columnista

En la Ciudad de México se presumen logros en materia de derechos sociales, pero dista mucho de ser un ejemplo de democracia, de gobiernos honestos y de compromiso con la seguridad y la calidad de vida.

Los gobiernos delegacionales, la primera línea de contacto entre gobierno y ciudadanos, son responsables de los principales servicios que se brindan. Desde la recolección de basura hasta el alumbrado, el mantenimiento de escuelas, la atención a parques y jardines, la pavimentación de calles y un cúmulo de trámites y otras acciones de carácter público.

Álvaro Obregón, por su tamaño, diversidad, dinamismo económico y peso electoral, es una de las tres más importantes en términos presupuestales y políticos. Es inmensa en todos sentidos, va desde el moderno Santa Fe hasta el elegante Pedregal, pasando por las bellas y antiguas calles de San Ángel.

En ella se asientan universidades de gran importancia, como la Iberoamericana, el ITAM y el Tec de Monterrey, entre otras. Tiene teatros y museos de renombre, clubes deportivos, centros comerciales y un sinfín de empresas y negocios nacionales e internacionales se establecen en ella.

Pero también existen más de 300 colonias, la mayoría de ellas desconocida para quienes viven en zonas de clases media y alta.  El Queso, La Araña, Barrio Norte, Cristo Rey, El Capulín, El Cuernito, Jalalpa y decenas que forman centenas de asentamientos urbanos de dramática marginación.

Se fincaron en barrancas, laderas y minas de arena como consecuencia de la necesidad de la gente y la corrupción y negligencia de las autoridades. Sus habitantes pueden ver, alzando la vista, los enormes y modernos edificios de Santa Fe (el nuevo desde luego, porque el original luce tan pobre y abandonado como siempre). Desde su paisaje gris, triste y desolado pueden ver, del otro lado de la cañada, las casas y las vidas que parece que nunca podrán tener.

Ahí estableció su cacicazgo Leonel Luna, el hoy flamante diputado perredista.

Heredó el puesto de quien fuera su cuñada, Leticia Robles, y a partir de entonces uno tras otro de quienes han gobernado ahí lo hacen cuidando el coto de poder y el negocio que la delegación les representa.

Hoy están todos muy preocupados por lo ocurrido en Tláhuac, pero en Álvaro Obregón desde siempre se ha reportado en enorme narcomenudeo. El olor a mariguana se percibe desde que los padres de familia llevan temprano a sus hijos al colegio, en todas esas colonias que muchos prefieren no mirar o que forman parte de ese México que les avergüenza pero que muchos hacen nada para cambiarlo.

Si el Pedregal, la Guadalupe Inn o la Florida están llenas de baches y sucias, pueden imaginarse el resto de la demarcación. Y no es por casualidad, René Bejarano es el otro jefe político de ese flamante grupo de izquierda.  Y cuando Morena los partió a la mitad, aún así les alcanzó para retener el negocio. Un frente opositor es la única esperanza para sepultar ese cacicazgo inverosímil en la que supuestamente es la ciudad más moderna del país.

Twitter: @RudyCoen