AMLO, en primera persona

AMLO, en primera persona
Por:
  • Carlos Urdiales

Televisa reanudó su programa político premium; el primero de cinco convidados a su mesa fue López Obrador. En foro, el puntero de encuestas compareció sin prisas, con sus pausas, sin adversarios, entre preguntas ordenaba más que ideas, frases... todo mientras atemperaba el carácter.

AMLO explicó su falta de formas (¿educación?) al no saludar ni despedirse de nadie en el primer debate; intentó articular algo relativo a la congruencia y acabó donde quería al decir que a él la simulación no le va. Más allá de formas, se refirió a esas apariencias que engañan, que envuelven con pompa y circunstancia malos gobiernos y peores gobernantes.

A pregunta directa respondió que a Elba Esther Gordillo sí la considera una persona corrupta, su yerno y nieto lo ayudan con las redes progresistas. Que a la maestra la agarraron de chivo expiatorio; como en toda mafia, uno brilla cuando es útil, luego no, y él no es hombre de venganzas ni odios.

López Obrador refrendó lo de la minoría rapaz y su dedicatoria al Consejo Mexicano de Negocios con su desplegado de reproche; dijo que en su gobierno no habrá perseguidos, respetará la libre empresa, pero, en lo que llama la cuarta transformación de la nación, separará del poder político al poder económico para hacer un gobierno para todos, para ricos y pobres.

Se mantuvo con la revocación de mandato, pero cambió el tiempo, al tercer año, no cada dos. No se reelegirá ni siquiera si el pueblo se lo pide, seis años y a su finca. Dijo que trabajará desde muy temprano, 18 horas al día para rendir el doble (¿algún médico le dirá que su plan no es bueno ni física ni mentalmente?) y entonces será, si sobrevive, como haber estado 12 años, pero en seis. De su ídolo Benito Juárez sólo criticó eso, quedarse de más.

No habrá reformas en los primeros años de su gobierno, la energética se revisará en tanto los contratos hasta ahora signados no escondan trampas al estilo Odebrecht, caso sobre el cual apuntó una vez más “en otros países caen hasta expresidentes; en México, nadie”. Y al nuevo aeropuerto lo dejó estacionado en lo mismo, revisión primero, decisión después.

Punto final como pacto nacional para mirar adelante y no estancarse en la revisión del pasado, a partir del 2 de julio, si gana, ningún arreglo, cero componendas fuera o por encima de la norma, a la corrupción con voluntad política, con ejemplo y cero tolerancias. Insistió en que en el sistema presidencialista mucho puede hacer quien porta la banda, pero acepta contrapesos y aseguró que no esquivará al Congreso vía consultas populares.

AMLO dijo que no habrá expropiaciones, que será respetuoso del disenso. Que la marcha de nuestra economía continuará sin sobresaltos, autonomía al Banco de México, no al control de cambios; del TLCAN, que ojalá sea posterior a la elección para que no por cerrar con prisa se selle un mal arreglo.

En Tercer Grado AMLO estuvo en primera persona, lució sereno casi todo el tiempo, ofreció disculpas a Joaquín López-Dóriga por levantar la voz cuando respondía categórico a una pregunta sin terminar. Queda el registro de sus palabras y modos en prenda de futuras emociones políticas. Memoria.

Del otro lado, desde donde se haya tomado la decisión, el relevo de Enrique Ochoa por René Juárez Cisneros en el PRI reconoce por fin que la campaña de José Antonio Meade no marcha. La urgencia con menos de dos meses para las elecciones obligó al CEN tricolor a torcer estatutos, licencias, prelación, todo es nada comparado con la necesidad de despertar a un partido con todos sus signos vitales en zona crítica.

Relaciones cupulares y trabajo con las bases, activar a gobernadores, alinear campañas, zarandear a aliados inútiles, estimular al ciudadano candidato para seguir adelante, mostrar que al menos el voto duro del PRI será visto el 1 de julio y que, de perdida, los niveles de popularidad del Presidente se reflejarán en esa campaña que marcha aún por debajo de ese pobre porcentaje.

AMLO piensa qué hacer cuando gane; el PRI, cómo evitar su muerte.