“Awesome”, “amazing”, … no se la crean

“Awesome”, “amazing”, … no se la crean
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Más le vale al nuevo gobierno no confiar demasiado en Donald Trump. Se entiende que López Obrador trate de llevar la fiesta en paz, pero no resulta conveniente meterse en el club de los elogios mutuos.

El empresario Presidente es muy dado a llenar de adjetivos a los que lo rodean, para bien y para mal. En sus devaneos tuiteros en menos de 48 horas ha colocado a nuestro país y a su gobierno en terrenos que van del elogio a la crítica severa, cerca de lo humillante. Un día fuimos el ejemplo mundial de cómo el gobierno sabía hacer frente a la caravana migrante, para que al día siguiente nos convirtiéramos en la prueba de la incapacidad de nuestros aparatos de seguridad y, por ende, de quienes los dirigen.

Lo que Trump quería y esperaba es que las fuerzas armadas mexicanas frenaran, sin importar el cómo, la caravana migrante. Sus tuits de ayer en la mañana no sólo van dirigidos al gobierno de Peña Nieto, son también una advertencia para el futuro gobierno de López Obrador.

Aunque parezca que el tabasqueño ya gobierna, no es así. Insistimos en ello porque quien debe estar tomando las decisiones en la frontera sur es Peña Nieto. Una pregunta, por cierto nada ociosa es, ¿qué es lo que hubiera hecho López Obrador ante la caravana si ya estuviera en funciones?

Para quien gobierne, sin importar quién sea, el asunto es de enorme complejidad. No se pueden ofrecer empleos de la noche a la mañana como una solución a los migrantes, porque no existe, por lo menos por ahora, una infraestructura que lo haga posible.

La idea es sin duda buena, atendible y socialmente importante, pero un proceso de esta envergadura si algo requiere es de tiempo y si contra algo se lucha en este escenario es contra el tiempo. Por otra parte, existe una sensible consideración, hay una demanda laboral interna en el país que requiere también de respuestas inmediatas.

Trump implícita y explícitamente nos está exigiendo una solución a un problema que es de todos, lo que incluye a su país y su gobierno. Las genuinas declaraciones de López Obrador muy probablemente animaron a los migrantes, y a los que han pensado e imaginado serlo.

El futuro presidente va a enfrentar con Trump lo mismo, con algunos matices, que el actual ausente Presidente. El inquilino de la Casa Blanca tiene como norma  controlar, dominar e imponer. López Obrador es visto como el que va a llegar, pero no como el que ya está; esto hace una gran diferencia y más tratándose de los esquemas mentales de Trump.

La muy pausada y sensata exembajadora de EU en México, Roberta Jacobson, definió lo que se vive con el presidente de su país en un artículo en The New York Times, “Mi año como embajadora de Trump”. Plantea que “creyendo profundamente en la relación EU-México, no puedo pretender nada menos que alivio por no tener que defender lo indefendible… me siento feliz de escapar del desorden”.

Trump está escuchando de López Obrador lo quiere escuchar. Quiere que se frene la migración a como dé lugar y el Presidente electo se lo está ofreciendo. Lo que no se sabe es en cuánto tiempo se empezarán a instrumentar las propuestas de  empleo que inhiban, se presume, el que migrantes centroamericanos sigan en su empeño de llegar a EU.

Hemos hecho en la frontera sur lo que nos han pedido diversos gobiernos estadounidenses, hemos hecho el trabajo sucio; se hizo con Obama y ahora con Trump.

López Obrador ha dado claras muestras de tener otra mirada sobre el tema migrante. El problema que tiene enfrente es un personaje que no tiene llenadera y que manda y arrebata.

Más les vale no creer mucho en aquello de “awesome”, “espectacular”, “amazing”, o sea “impresionante”, “espectacular” e “increíble” y todo lo que se le ocurre adjetivar al empresario Presidente.

RESQUICIOS.

En el hartazgo, los brasileños van hacia la derecha más peligrosa y riesgosa, van a regresar al autoritarismo de los 60 y 70. Dijeron basta y creen que Bolsonaro es la solución.