Brasil pide un nuevo milagro

Brasil pide un nuevo milagro
Por:
  • montserrats-columnista

El llamado milagro brasileño se ha desinflado a una velocidad alarmante. El crecimiento económico que prometía colocar al país amazónico como una de las nuevas potencias mundiales ha quedado atrás, y la salida de millones de personas de la pobreza se ha visto ensombrecida por la podredumbre que ha destapado la investigación en curso a la corrupta Petrobras.

El santo del milagro, Lula, ahora es acusado de lavado y está implicado en una investigación que promete encarcelar a empresarios y políticos de todos los colores. La sociedad está desencantada y pidió —en múltiples manifestaciones multitudinarias durante el fin de semana— un verdadero cambio y el fin de la impunidad. Los brasileños se acogen a un nuevo héroe, Sergio Moro, el juez que ha destapado la cloaca y que encarna el clamor popular que ya no está dispuesto a callar y mirar para otro lado.

Sin duda, organizaciones anti-PT están aprovechando el peor momento en el mandato de la presidenta —y pupila de Lula— Dilma Rousseff, pero este movimiento civil ha alcanzado proporciones que superan la esfera del interés político. Brasil quiere un renovación.

Lamentablemente, las instituciones brasileñas están infiltradas profundamente por la corrupción. Lula, al pactar con distintas fuerzas, terminó de comprometer las ya vulnerables estructuras y ahora es claro que no hay nada sano en el gobierno brasileño. Sin embargo, la iniciativa del juez Moro encarna el deseo de empezar de nuevo y muestra una realidad innegable que es un avance democrático de la era postdictadura del Brasil que probablemente termine mordiendo a sus mismos impulsores: para la Fiscalía brasileña ya nadie es intocable. La misma Dilma, con apenas un 11 por ciento de aprobación, será probablemente echada a patadas del gobierno. Incluso puede ser que se compruebe que llegó al poder envuelta en ilícitos y sea necesario llamar nuevamente a elecciones.

En este escenario, la inestabilidad que se vive en Brasil irá en aumento. Sin embargo, el pueblo brasileño insiste en que éste no es un momento de ira o confrontación, sino una fiesta verde amarela que busca la paz, la unión, la reconciliación y el cambio. Los brasileños no quieren un nuevo pacto, un parche político en el que un nuevo partido continúe con la podredumbre; quieren empezar de cero. Ahora, ¿es esto posible?

Me parece que a Brasil le vienen años de lucha e inestabilidad. Si la Fiscalía logra mantenerse como un órgano independiente de los vaivenes democráticos, existe la esperanza de que, poco a poco, la corrupción amaine y Brasil pueda abrirse a un nuevo futuro. Sin embargo, la adoración del pueblo y la creación de nuevos ídolos suele conllevar tentaciones difíciles de soportar. Sólo por hoy, “Todos somos Moro.”

msalomonf@gmail.com