Brexit, paz colombiana y más urbi et orbi

Brexit, paz colombiana y más urbi et orbi
Por:
  • horaciov-columnista

En pocas ocasiones se concentran en tan pocos días sucesos de gran magnitud, que afectan de manera relevante a diversas regiones de Occidente y, en algunos casos, con proporciones planetarias. Va un breve análisis de los hechos que han convulsionado al mundo en apenas la última semana.

 Brexit. Contrariamente a lo que muchos pensábamos —el asesinato de la diputada pro permanencia en Europa, Joe Cox, parecía resolver el cerradísimo empate en las percepciones previas—, los ciudadanos del Reino Unido optaron por dejar la Unión Europea. Habrá que darles crédito a quienes, invocando la larga historia británica, habían señalado que la genética insular y aislacionista de sus habitantes era superior a los consensos proeuropeos de apenas la generación anterior (cuando en 1973 se integraron a la entonces Comunidad Económica Europea, o en 1993 participaron en la creación de la Unión Europea). Argumentos de distinta índole, como la amenaza inmigrante —tema que ciertamente no es menor— o el recorte de gastos por la permanencia en Bruselas —que es un argumento frívolo y ridículo— terminaron por convencer a la población más vieja de separarse del continente. Quienes votaron por el Leave están convencidísimos de que la membresía europea les ha sido más costosa que benéfica, y creen que la economía inglesa es suficientemente sólida para la presente generación. Parece que han olvidado que ya no cuentan con los privilegios del sistema económico mercantilista imperial que mantuvo durante siglos a la metrópoli expoliando a sus colonias. Las primeras consecuencias no se han hecho esperar: los mercados financieros, hiper sensibles como son, reaccionaron fatal a la noticia; el primer ministro James Cameron anunció su dimisión; Escocia se entusiasma con un nuevo referéndum para separarse del Reino Unido y permanecer en Europa; los líderes europeos reafirman su adhesión al pacto, tratando de evitar “efectos contagio”; y los países que integran la Commonwealth no salen de su pasmo. Empieza, ahora, el largo camino de aproximadamente dos años que llevará al rompimiento político.

 Fin del conflicto. Desde 2012 se instaló en La Habana una mesa de negociación entre el gobierno colombiano y las FARC para tratar de llegar a la conclusión de un conflicto que llevaba más de cincuenta años en el país sudamericano. Sujeto a diversas críticas —por algunas concesiones y por lo eterno de las negociaciones— que casi le cuestan la reelección (quedó segundo en la primera vuelta en 2014), el presidente Juan Manuel Santos empeñó tenazmente el capital político de su gobierno para lograr la paz. Es una gran noticia para Colombia, que durante décadas se desangró por ese conflicto, y un indiscutible mérito político para Santos, quien, desde ya, mira de reojo hacia el ayuntamiento de Oslo en fechas decembrinas.

 Urbi et orbi. Por si lo anterior no hubiera sido suficiente, el domingo se inauguró de la ampliación del Canal de Panamá, hecho fundamental para dinamizar el comercio con Asia; en el Congreso de Estados Unidos legisladores demócratas realizaron una histórica —por inusual— toma de tribuna para protestar por la negativa de los republicanos a adoptar mayores controles sobre la adquisición de armas para cualquier ciudadano; la OEA discutió la aplicación de la Carta Democrática y la permanencia de Venezuela en su seno, ante la crisis política —ya con elementos de humanitaria— provocada por el (¿des?)gobierno de Maduro, mientras la validación de firmas para el referéndum revocatorio avanza, a pesar de las mañas del régimen; y en España se celebraron el domingo, de nueva cuenta, elecciones generales, al no haberse podido confirmar gobierno tras las celebradas en diciembre de 2015, con resultados muy parecidos a las anteriores, pero que posiblemente dejen ahora un complicado resquicio para que Mariano Rajoy y el Partido Popular puedan seguir en el gobierno durante una legislatura más.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl