Bush, un nombre del pasado

Bush, un nombre del pasado
Por:
  • montserrats-columnista

Nunca he sido partidaria de la dinastía Bush, en especial tratándose del último miembro de la familia en la Casa Blanca. Sin embargo, no puedo evitar lamentar la salida de Jeb Bush de la carrera por la presidencia.

El Partido Republicano elegirá a su candidato de entre la tríada Trump —Rubio— Cruz… ¿hay algún escenario más terrorífico que éste?

Así termina una dinastía y le decimos adiós a un Partido Republicano moldeado por las administraciones de un padre y un hijo que no pudieron sino afectar al hermano. Jeb llevó en su apellido y en su falta de lectura del votante conservador promedio la condena que marcará el triste final de su carrera.

El candidato mejor situado al inicio de esta contienda, el que más dinero recaudó, el del nombre que todos conocíamos, se ha perdido a meses de la nominación en un triste y lejano cuarto lugar que nos lleva a pensar en la realidad de una de las elecciones más extrañas que se hayan dado en los Estados Unidos.

Jeb, un conservador tradicional, creyó en las ideas, en las políticas y en el diálogo racional. Apostó por continuar una postura migratoria abierta al diálogo —como la de su hermano y su padre—, buscó los cambios moderados… y se enfrentó al desastre. Bush es ahora un nombre del pasado. La historia se ha escrito condenándolo al olvido.

Si tenía el dinero y las conexiones, ¿qué le faltó a Jeb para tener éxito en la campaña? Me parece que el error principal fue la mala lectura que se hizo sobre el votante conservador común. Las propuestas del candidato hablaban sutilmente, diplomáticamente, realistamente. Sin embargo, el votante medio —blanco, con pocas posibilidades económicas y con una cultura ciertamente limitada— no quería escuchar ideas, quería expresar sentimientos.

La retórica sin sentido —contradictoria, llena de ira y de aspavientos—, el fenómeno del payaso mediático que busca un resultado mercadológico y no una propuesta política, es lo que está teniendo éxito. El enemigo impensable, el que nadie pensó que duraría en la contienda (Trump y sus necedades) es lo que el votante quiere. La gente sin opciones vive en frustración y por eso se identifica con un candidato que sólo presenta ira e insultos; que se envalentona y que parece tener la energía para enfrentarse bravuconamente contra lo que sea. Ése es el líder que una sociedad que está acostumbrada a vivir en el miedo quiere. Ésa es la sociedad que Estados Unidos, con sus políticas intervencionistas y su cultura de las armas y la violencia, ha diseñado y ése es el futuro que está forjando.

Es una lástima que un político de verdad, que apuesta por las ideas y las propuestas, salga de la contienda para dejar el paso a fanáticos y fanfarrones. Una pérdida en todo sentido.

msalomonf@gmail.com