Carta dirigida al general Galván

Carta dirigida al general Galván
Por:
  • larazon

Estimado General Secretario:

Sin duda, le reconozco la extraordinaria labor que el Ejército está haciendo para que México mejore en el área de la seguridad.

Sin embargo este fin de semana recibí una carta de un lector o de un radioescucha de Tamaulipas que me enchinó el cuerpo.

Le resumo esta carta:

El autobús de la línea ADO hacía su parada en San Fernando, Tamaulipas, con destino a Reynosa.

Eran las 8 y media de la noche del 25 de marzo del 2011.

Los 15 pasajeros no sabrían que ésa sería su última noche.

El autobús iba saliendo de la ciudad cuando el chofer miró a lo lejos unas camionetas atravesadas a la mitad de la calle y a unos hombres encapuchados empuñando su AR-15.

En ese instante, cuando los encapuchados lo pararon, supo que todo había terminado.

Los hombres se acercaron y apuntando sus armas al chofer éste abrió la puerta y al instante subieron los hombres armados.

Uno de los hombres armados le pegó con la culeta de su arma al chofer y los otros dos entraban al área de pasajeros gritando: “ya se los cargó la chingada a todos, putos”.

Todos los pasajeros aterrorizados, las mujeres llorando y los niños abrazaban a sus padres. Diez kilómetros después llegaron a un lugar en medio de la nada.

Ahí se encontraban unas 20 camionetas de lujo y también tres autobuses de varias líneas.

Bajan a los pobres pasajeros, los atan y los llevaron a una esquina.

Ahí se acerca un hombre que tenía una vestimenta de comando negro y chaleco antibalas y todos se dirigían a él como el Comandante 40.

Ahí el Comandante 40 se acerca al grupo y le dice:

“A ver, cabrones, el que quiera vivir que lo diga de una vez”.

Un niño de 15 años aterrado por lo que estaba viviendo se hizo pipí en los pantalones.

El Comandante 40 sacó su arma, corta de la fornitura y sin titubear le pega al niño un tiro en la frente.

El comandante volteándose al grupo pregunta: “¿Quién más es maricón?”. Nadie respondió.

“Les preguntaré por última vez: ¿Quién puta madre quiere vivir?”.

Esta vez lo hizo gritando y todos los hombres levantaron la mano.

“Bien, se les hará una prueba a ver qué chingones son, el que lo logre sobrevivirá y el que no… se chingó.”

Al grito de traigan los marros, el Comandante 40 les explica: “se van a poner en parejas y se van a partir la madre, el que sobreviva se viene a jalar con nosotros y el que no... se chingó”.

Todo en tono sarcástico mientras sus hombres reían.

Los pasajeros no lo podían creer. Todos tomaron sus mazos y se pusieron en parejas y veían a su contrincante con una mirada de miedo.

Lo que siguió, General Secretario, ya se lo imaginará: desde un batazo en la cabeza a un campesino por no querer pelear, y que por cierto murió, hasta todos los hombres peleando entre ellos, más violaciones a las más jóvenes sin importar que los niños menores de ocho años estuvieran viendo esa masacre.

Después, a los niños se los llevaron a otra parte, donde había unos tanques con ácido. Ahí los aventaban y, mientras se oían gritos de dolor, los sicarios reían y reían diciendo que “ya va estar listo el caldo”.

A los viejos amarrados, el comandante ordenó al chofer del autobús “que pase por arriba de ellos”. Al negarse, lo asesinaron a balazos.

Bajaron del autobús y le prendieron fuego.

Y a los ganadores del pleito con los marros, simplemente les dijo:

“Bienvenidos al grupo de fuerzas especiales, el otro ejército”.

Fin de la historia.

Desgraciadamente, de una historia real.

General Secretario: aquí las palabras sobran...

Nuestro único deseo es que ojalá y capturen a este “comandante” y que pague lo que hizo.

No es posible que en estos casos los malos ganen.

Y a nombre de todos nosotros, le deseamos que muy pronto tengamos buenas noticias de estos depravadores mentales.

Y que muy pronto el caso esté cerrado (si sabe a lo que me refiero...).

Reciba un saludo muy afectuoso.

carlos@alazraki.com.mx