Castro en México y la unidad continental

Castro en México y la unidad continental
Por:
  • larazon

Salvador del Río

Las revoluciones no se

exportan; las hacen los pueblos

Fidel Castro al Presidente

Luis Echeverría en 1973

Dos han sido los argumentos falsamente justificadores del aislamiento del gobierno de Cuba, ya superado en la mayor parte de América Latina, y los ataques de que ha sido víctima de la gran potencia norteamericana. Estos son: 1. Cuba, se dice, ha intentado promover movimientos revolucionarios en el continente; 2. El sistema socialista de ese país es incompatible con la democracia porque no representa la voluntad del pueblo.

Más de cincuenta años después del comienzo del hostigamiento contra el régimen de la Isla, esos argumentos han venido cayendo por tierra. Hoy se reconoce, como lo hizo México en 1962 al oponerse a la ruptura de relaciones con la Revolución, que Cuba ha ejercido su soberanía al escoger su camino; que a pesar del bloqueo al que ha sido sometida durante más de cinco décadas y de esos obstáculos, Cuba ha obtenido logros concretos en beneficio de su población. La educación, la salud, entre otros sorprendentes avances, ampliamente reconocidos, son prueba de esa voluntad y ejemplo para muchos otros países.

Recibió México, en la persona del Presidente Enrique Peña Nieto, a su homólogo de Cuba, Raúl Castro Ruz, en la primera visita a este país desde que asumió el mando de la Revolución. Fue, en muchos sentidos, un reencuentro entre dos naciones cuyas relaciones datan de siglos atrás y no se han empañado por momentos difíciles que en esa amistad se han vivido.

Lejos y olvidados están los capítulos en los que Ernesto Zedillo, en un discurso anticlimático en la Cumbre Iberoamericana de La Habana en 1998, reprochaba a Fidel Castro una supuesta política antidemocrática frente al resto de América Latina, o el trato que Vicente Fox, instigado por su canciller Jorge Castañeda, dio al presidente Fidel Castro en los días previos a un encuentro de mandatarios en el que estaría el norteamericano George W. Bush.

No fueron esos pasajes los más apropiados y consecuentes con la política de México hacia Cuba, de comprensión cabal, por convicción y claramente manifiestos, de respeto a la soberanía y la libre determinación de los pueblos.

Las diferencias ideológicas, políticas, sociales o económicas no han de ser obstáculos para la convivencia entre las naciones, sostiene México al abstenerse de calificar a país o gobierno alguno.

Hoy en el continente, y en otras partes del mundo, se acepta y se promueve la relación con un país, Cuba; que durante décadas ha sido objeto de presiones y ataques injustificados. No obstante la persistencia de conflictos en el mundo, los tiempos de la Guerra Fría que enfrentó a dos polos de poder ceden el paso a la comprensión de las diferencias que han separado a las naciones; hoy se hacen esfuerzos, incluso en Estados Unidos, por lograr la coexistencia armónica y pacífica sobre la base del respeto a la soberanía.

Quedan, no obstante, rescoldos de odio y rechazo a esa posibilidad de relación civilizada entre todos los pueblos del mundo. La visita del presidente Raúl Castro es un mentís a los agoreros del aislamiento y la intolerancia, y una confirmación de la amistad y la relación que por siglos ha unido a las dos naciones. Las aspiraciones al desarrollo conjunto de los dos pueblos y a una armonía en todo el continente se verán alentadas con este encuentro.

srio28@prodigy.net.mx