Chile, el fin de una era / 4

Chile, el fin de una era / 4
Por:
  • larazon

En cuarto y último lugar el factor Enríquez Ominami, un candidato escindido de la Concertación, fue probablemente letal.

Marco personificó, por un lado, el hartazgo de las nuevas generaciones hacia el control que las viejas (Frei, Lagos, Insulza, etc.) han tenido de esa formación y buena parte del 20% de votos que obtuvo en la primera vuelta no prefirió a Frei en la segunda. Por otro, hace tiempo que la Concertación mostraba lo que el sociólogo Eugenio Tironi ha llamado la “doctrina del malestar”, es decir, que “la fuente principal del desgaste experimentado por la Concertación ha sido su propio desencanto respecto a la obra de sus gobiernos y a su proyecto. (Y el hecho de que) su agenda modernizadora y su estilo gradualista han sido cuestionados por posturas más maximalistas que no ocultan su incomodidad con la sociedad capitalista que esta coalición ha colaborado a consolidar”.

En este sentido, el número de ciudadanos que anuló o dejó en blanco su voto (243 mil o 2.6% del total emitido) revela la decepción de los chilenos con el estado de las cosas en la política, en la economía y en el tejido social. Como aseguran Ximena Hinzpeter y Harald Beyer, dos académicos chilenos, ese voto es emblemático “del grupo que no se identifica con ´ninguna´ posición política, un grupo heterogéneo que no tiene lealtades ideológicas definidas y que más bien vota por las personas y sus programas. A los ‘ninguno’ les interesan problemas como el desempleo, la pobreza, la delincuencia, la educación, la salud y se inclinan hacia los líderes que tengan mejor capacidad para lidiar con ellos”. En otras palabras, esta vez los “ninguno” prefirieron no votar.

Finalmente ¿qué decir de Sebastián Piñera y de la Concertación? El futuro presidente de Chile ha reiterado que se trata de un cambio de timón, no de rumbo. Hasta ahora, sus gestos y actitudes parecen anticipar una continuidad de las políticas públicas, en especial en el terreno económico e internacional, y del modelo mismo de desarrollo.

Sin embargo, poco ha dicho –y éste es un asunto clave para alcanzar la plena modernización– acerca de cómo va a abordar la compleja, importante y extensa agenda política y sus varias asignaturas pendientes –los temas del sistema electoral binominal, el consejo nacional de seguridad, el porcentaje de las utilidades del cobtre etiquetados a las fuerzas armadas y otros “enclaves autoritarios” heredados del gobierno militar o la revisión misma de la Constitución–, la cual tiene Piñera que resolver en los próximos años para consolidar una arquitectura política e institucional de alta calidad, homologable y funcional en Chile y para mostrar que su compromiso con la democracia es concreto y firme.

La Concertación, por su parte, puede irse y con ella toda la generación que hizo la transición, bastante satisfecha de haber colocado a Chile como un estupendo ejemplo de cómo los países progresan si, entre otras cosas, tienen gobiernos que hacen bien las cosas.

og1956@gmail.com