Christian Martinoli y Miguel Herrera

Christian Martinoli y Miguel Herrera
Por:
  • larazon

Rubén Cortés

La agresión física del seleccionador nacional, Miguel Herrera, al comentarista deportivo Christian Martinoli es una metáfora de una realidad que vive el país en todos los ámbitos: la falta de tolerancia a la administración civilizada de los desacuerdos.

Ayer por la mañana el técnico le pegó en la nuca al periodista dentro del aeropuerto de Filadelfia, en lo que resultó el punto más negativo de una historia que, por lo menos, empezó en la pasada Copa América, cuando éste lo criticó porque no ganó partidos y quedó eliminado en la primera fase.

“Hay un solo pendejo que me ataca y se sabe quién es”, consideró Herrera en una conferencia de prensa, al referirse a Martinoli, molesto por las apreciaciones del narrador, aludiendo que “muchos hablan sólo porque tienen un micrófono enfrente”.

Vamos, tampoco es que el entrenador o el comentarista sobresalgan por la riqueza de su léxico para plantear un debate público de cierta altura. Sobre todo el periodista, quien al menos está obligado, por su oficio, a usar mejor las palabras. Basta leer su tuit de respuesta a Herrera:

Jajajaja, me dicen: “solo porque tienes un micrófono enfrente” ¿y qué querían si a eso me dedico? Si fuera carpintero seguro tendría un (y puso el iconito de un martillito)

Estuvo mejor Herrera:

Ofrezco una disculpa por Las palabras altisonantes de la conferencia de prensa si alguien se molestó lo siento cuidare mi lenguaje a futuro

Pero aquella corrección se le fue ayer a los pies con los que pateaba balones, al agredir a alguien que sólo hace su trabajo de forma honesta, que es hablar de futbol (guste o no su manera de hacerlo) como parte de algo mucho más amplio: la garantía de la libertad de expresión en nuestra sociedad.

Miguel Herrera actuó mal. La violencia verbal precede siempre a la física. Un personaje de su posición queda obligado a mostrar una educación formal medianamente adecuada y estar preparado para aceptar juicios. Debe saber que el reconocimiento popular y ganar dinero a puños tienen un precio.

Martinoli ha creado un estilo de narrar que no satisface a todos, porque prefiere el chistorete, la broma facilona, la estridencia y las gracejadas pueriles a los vocablos correctos y los argumentos técnicos, informativos o históricos a la hora de comentar partidos: prefiere vocear, gritar, carcajear.

Aunque eso no da derecho a Herrera a golpearlo, porque su actitud va en la línea de anular a quien, de facto, ya considera un adversario, cuando en realidad se trata de alguien que, al igual que él, forma parte del mismo espectáculo.

Como figura pública, Herrera debe saber que el periodista tiene límites de decencia, pudor y respeto.

Pero que no los tiene para examinarlo.

ruben.cortes@3.80.3.65

Twitter: @ruben_cortes