Clases de populismo a jefe de la CNTE
Raymundo Sánchez
Se nota que hay acercamientos entre AMLO y la dirigencia de la Sección 22 de la CNTE, sobre todo en el cambio de actitud del dirigente del gremio, Rubén Núñez, quien hasta hace unos días cínicamente se embolsaba 100 mil pesos mensuales de salario sin siquiera pisar un aula y ni lo conocen en Putla, Oaxaca, donde tiene asignada su plaza.
Ahora habla de compromiso con los alumnos, con los padres de familia, presentó su calendario escolar que tendrá 221 días de clases y no 200 como el oficial de la SEP y, lo más sorprendente, después de al menos tres años de no hacerlo, se paró en un aula frente a pequeños del jardín de niños “Octavio Paz”, de San Pedro Ixtlahuaca, iniciando los cursos dos días antes de lo programado.
Por supuesto, Núñez posó para las fotos abrazando niños, frente a un grupo de preescolar en un aula con paredes de lámina metálica y con alumnos usando palos de paleta chupados como material didáctico. Se dio cuenta, o le hicieron ver, que sus cínicos abusos no generan simpatías y por lo que se ve aprobó el primer curso intensivo de populismo estilo AMLO, quien lo quiere de su lado para las elecciones del 2016 y 2018.
Pero una fotografía en un aula no lo hace maestro. Para eso tendría que aprobar la evaluación de la SEP.
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Aún no toma protesta Ricardo Anaya y ya le están saltando problemas: su equipo de comunicación, encabezado por Felipe González, se quedó pasmado ante el alboroto que causó en los medios la información de que Marko Cortés será el nuevo coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados y no Gustavo Madero.
González, quien se suponía debe atajar y controlar dicha información, ni siquiera se preocupó y dejó que las cosas crecieran al extremo de que los 80 legisladores electos afines a Madero armaron una rebelión porque no se les consultó sobre la designación de Cortés, quien hasta debió decir ante sus compañeros que él prefiere que el líder de la bancada sea… Madero.
Todo por un mal manejo en el área de comunicación que, en lugar de tomar las riendas de la información, se duerme en sus laureles sin darse cuenta del tamaño de la responsabilidad que tiene. Y Anaya debería saber que no todos son tan brillantes como él, porque una cosa es el equipo que sirve para campaña y otro el que sirve para dirigir un partido político.
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Buenas cuentas entrega el rector de la UNAM, José Narro, quien en noviembre cede la estafeta del cargo que ocupa desde ese mismo mes de 2007. Ayer presumió que durante su gestión la matrícula de la máxima casa de estudios aumentó en más de 43 mil estudiantes, cifra que ninguna institución de educación superior ha hecho.
Pero también dijo que “quedan pendientes”. Seguro uno de ellos es la recuperación del auditorio Justo Sierra, tomado por radicales desde aquella huelga que paralizó 10 meses a la UNAM entre los años 1999 y 2000, y que se ha convertido en nido de vándalos y hasta narcomenudistas. Eso le tocará al
próximo rector.
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