“¿Cómo nos arreglamos?”

“¿Cómo nos arreglamos?”
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Inai convocó lunes y martes a un provocador foro, “La información en el combate a la corrupción. ¿Cómo nos arreglamos?”. A lo largo del encuentro ha aparecido un diagnóstico múltiple del estado de las cosas, el cual no es muy distinto de lo que venimos viviendo desde hace muchos años.

No necesariamente se presentaron nuevos elementos sobre un tema que nos abruma. Todo de alguna u otra forma se sabe porque si en alguna área tenemos un diagnóstico de cómo están las cosas es en materia de corrupción. Lo sabemos porque al hablar de ello hablamos de nosotros mismos, de nuestro entorno y de nuestra cotidiana y terca realidad.

En reciente reunión de la UNESCO sobre cómo se ve a los países de América Latina y sus principales problemas se planteó que si alguna nación del subcontinente está bien diagnosticada es México. Se aseguró que a lo largo de muchos años se han hecho investigaciones sobre el país que han detectado con precisión cuáles son sus principales escollos. El gran tema es qué tanto de lo que nos dicen nos ha ayudado a cambiar el estado de las cosas; estamos bien diagnosticados, pero operamos realmente mal.

Cada vez que se habla sobre corrupción todos tenemos más o menos claro lo que pasa y por qué pasa. Ayer en la mesa “Negocios en la opacidad, ¿la “mordida” en el business plan?” se ratificó todo lo que se ha vivido, con variantes, a lo largo de los últimos años. A continuación algunas ideas de lo que los ponentes presentaron en el Inai:

Se sabe cuáles son las áreas de mayor proclividad para la corrupción, las licitaciones son por lo general las que están más sujetas a ello. Para conseguir un permiso para poner un restaurante se puede llegar a pasar por la friolera de 117 trámites. El 95% de restaurantes son Pymes, los grandes toman otras rutas en todos los sentidos imaginables. A los pequeños negocios es a quienes invariablemente más les pega la corrupción.

El exceso de regulación lleva inevitablemente a la corrupción. Las nuevas reglas para inhibirla están llevando a nuevas formas de corrupción. Al reconocerse que el fenómeno existe lo que se hace es inventar nuevos trámites que al final acaban en lo mismo. Sin reglas claras todo se vuelve sujeto de negociación y por ahí entra la corrupción que termina por justificarse porque sólo a través de ella se consigue el objetivo, el cual igual puede ser la apertura de un restaurante o la licitación de una obra que un trámite cotidiano.

Para alcanzar una gubernatura, se asegura, se requieren entre 200 y 400 mdp, para una diputación 40 mdp sólo para campañas políticas. ¿De dónde sale el dinero y luego cómo se cobra?

La transparencia, la rendición de cuentas, la información y la comunicación son inhibidores, pero no son la panacea. La desconfianza es un elemento fundamental en el proceso, es un auténtico obstáculo. Una gran pregunta y un gran reto es cómo romper el círculo de la desconfianza.

Otro obstáculo es la interpretación que se hace de las leyes, cada quien lo hace a su manera. Para darse una idea del caos organizado, en el todavía DF cada delegación tiene sus propios trámites para la misma solicitud.

Esto es sólo una parte de lo que ayer se dijo en una de las mesas. Si no se le entra a fondo en el Legislativo con leyes firmes y punibles todo va a quedar igual. Sabemos cuáles son nuestros problemas desde hace muchos pero muchos años.

 RESQUICIOS. Así nos lo dijeron ayer:

* Lo que comenta Héctor Cruz es inverosímil, es una mentira total. No estaba armado y ese día los padres aceptaron, entre ellos él, que sus hijos habían violado a Daphne; están los videos del 28 y el 29 de abril del 2015. No dudo que yo estaba ese día emocionalmente alterado. Los jóvenes se veían cínicos, sus madres estaban tristes. Mi hija anda con altibajos, está encerrada y prefiere no salir; todo esto es un infierno.

* Javier Fernández, padre de Daphne.