Costa Rica y el nuevo conservadurismo latinoamericano

Costa Rica y el nuevo conservadurismo latinoamericano
Por:
  • rafaelr-columnista

Desde los 90, las derechas latinoamericanas se han identificado con políticas liberales en el orden social. Algunas premisas del multiculturalismo avanzaron, desde aquella década, bajo gobiernos de centro o derecha, como los mexicanos, colombianos y argentinos. Sin embargo, en los últimos años comienza a percibirse una rearticulación de ciertas derechas a partir del repertorio ideológico conservador.

Lo vemos en Brasil, en torno a la candidatura de Jair Bolsonaro, y lo vemos también en Costa Rica, donde varios candidatos a las próximas elecciones hacen del rechazo al matrimonio igualitario una causa de identificación del electorado cristiano conservador. Existe una creencia extendida de que América Latina, aunque zona de Occidente, se rige por una lógica distinta a la europea o la estadounidense. Este rebrote del conservadurismo apunta a lo contrario.

Por lo menos, tres candidatos, Fabricio Alvarado, pastor evangélico, Rodolfo Piza, de Unidad Social Cristiana, y Juan Diego Castro, del Partido de Integración Nacional, se han colocado en esa perspectiva. Los tres han reaccionado contra el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San José, a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. El tribunal llama a los estados latinoamericanos a reconocer el vínculo familiar entre homosexuales o a no restringir la figura del matrimonio a las parejas heterosexuales.

Luego del pronunciamiento de la corte, los veinte países de la región que reconocen dicha instancia, tendrán que ajustar sus códigos y constituciones al nuevo paradigma. De no hacerlo, el propio tribunal podría volverse inaccesible para litigios que son prioridad de la política regional e internacional de dichos gobiernos. Es curioso que algunos países con gobiernos que creen personificar “la izquierda”, como Venezuela, Bolivia y Cuba, no reconozcan ese derecho. Y no es casual que esos gobiernos sean, por lo general, reacios a admitir la autoridad de la Corte Interamericana.

La reacción del conservadurismo costarricense fue una respuesta al entusiasmo con que el gobierno de Luis Guillermo Solís recibió la noticia del fallo de la corte. Solís había promovido una ley de convivencia, más restringida que el matrimonio igualitario, previendo la oposición conservadora a esa reforma. Sin embargo, ya de salida y con el amparo de un foro regional, ha mostrado su acuerdo con la implantación en Costa Rica de la nueva normativa interamericana en materia de derechos civiles.

En el caso poco probable de que algún candidato de esa derecha llegue a la presidencia, se presentaría una situación de extraño diferendo entre el gobierno y la sede de la Corte de Derechos Humanos de la OEA. No debería sorprender que, de ser así, el cristianismo reaccionario se empalme con una ideología nacionalista, que debe más a la tradición antimperialista de la izquierda que a cualquier variante de la derecha latinoamericana.