¿Cuánto vale la vida de un chofer de Uber?

¿Cuánto vale la vida de un chofer de Uber?
Por:
  • gerardo_garcia

Se le llama impunidad.

-¿Cuánto vale la vida de esos Hijueputas?

¿Cuánto vale?

¿Cuánto para un líder sindical de un gremio acostumbrado a la impunidad?

¿Cuánto?

Simplemente nada.

Y por eso se ufana y lo grita.

No fue un exabrupto de cantina. Fue en una reunión del sindicato de taxistas del principal destino turístico en México, Cancún, donde el secretario general del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo”, Eric Castillo, grita en el micrófono; que chingue a su madre Uber.

Fue ahí donde otro de sus compinches toma el micrófono y grita: Como dice Eric, es una lucha de muerte porque ni siquiera deben de estar los señores de Uber en la mesa de discusión de gobierno. Nos estamos apendejando, nos están partiendo madre a nuestra concesión… desde el principio se lo dije a este señor, hay que matarlos a los hijos de puta; es en serio, hay que matarlos, somos más de 50 mil taxistas en todo el estado… con 10 Ubers muertos a ver si siguen.

Hay que matarlos. Así, como en el viejo oeste proponen resolver la competencia del mercado del transporte en esa ciudad. Un mercado de más de cinco millones de turistas al año, más una población que ronda el millón de habitantes. Uno que vale cientos de millones de pesos y que ha sido dominado por décadas por este sindicato, más cercano a la mafia que a una organización gremial. Una competencia, aunque habría que decir que es una batalla, que ya ha dejado dos muertos, decenas de vehículos de Uber mancillados y choferes de esta plataforma golpeados.

Y pues sí, para estos gamberros, matarlos es la solución.

Diez choferes de Uber muertos para que aprendan que en ese destino turístico ellos son la Ley.

Y mientras tanto, la autoridad observa. Mientras tanto, las unidades de vigilancia de la dependencia encargada de regular el transporte, detienen a decenas de vehículos de Uber y cobran multas que en un año de operación de esa plataforma en ese destino han dejado ya más de ciento sesenta millones de pesos.

No se trata, en efecto, de un exabrupto de un envalentonado gamberro. Es una amenaza real que se hizo pública y que pinta de cuerpo completo a este sindicato, el mayor de taxistas en América Latina, que trata de ejercer su poder para doblegar a las autoridades.

Que fueron cómplices de gobiernos priístas por décadas en ese estado, Quintana Roo, ufanándose de su poderío político y su fortaleza como ejército electoral. Y así, con ese petate del muerto consiguieron todo lo inimaginable. Y así tratan ahora de sentar a la autoridad para que les sirva en su búsqueda de sacar a Uber de ese millonario mercado.

El gobernador Carlos Joaquín González, que llegó al poder al amparo de una alianza electoral PAN-PRD, pero que siempre fue priísta, tiene la oportunidad de terminar de una buena vez con esto. Es cierto que ya se negocia en el congreso local una nueva Ley de Movilidad que permitiría la libre competencia; pero de igual manera él sabe bien que buena parte de los dueños de placas de taxis en esa entidad son conspicuos integrantes de la clase política. Que hay ex alcaldes, ex gobernadores, integrantes del congreso, funcionarios y ex funcionarios que son propietarios de cientos de placas en todos los destinos turísticos del Caribe Mexicano. He ahí una oportunidad de igual manera de generar un verdadero cambio: rompiendo canonjías, acabando con la impunidad.

Y actuar, claro está, ante esas amenazas públicas.