Cuotas y cuates… En Estados Unidos

Cuotas y cuates… En Estados Unidos
Por:
  • leonardo-nunez

Las funciones principales de un Estado contemporáneo se dividen entre tres ramas principales: la ejecutiva, la legislativa y la judicial.

De estos tres poderes, el judicial es el encargado de la misión última del mantenimiento del Estado de Derecho y, a la vez, es el único de los tres que se conforma por individuos que no son votados directamente por la ciudadanía. Sin embargo, la función suprema del poder judicial, en manos de los tribunales supremos y constitucionales, en la gran mayoría de los países se encomienda a un grupo de personas que se someten a un proceso de designación que no es autónomo.

En el sistema estadounidense, el presidente nomina a un candidato cuando se abre uno de los nueve asientos de la Corte Suprema (el cargo es vitalicio) y su propuesta se somete a la aprobación por la mayoría del Senado. A pesar de la participación de dos poderes, en la mayoría de las ocasiones hay una identidad muy clara: los jueces que han sido aprobados durante mandatos republicanos se han caracterizado por tomar decisiones sistemáticamente conservadoras, mientras que los jueces de nominaciones demócratas tienden a ser más progresistas.

Sabiendo esto, las posiciones en la Corte Suprema se han convertido en una arena más de la disputa política: republicanos y demócratas han peleado fervientemente para colocar a personas afines a sus agendas. Estas posiciones son tan codiciadas que cuando el juez conservador Antonin Scalia falleció en 2016, los republicanos hicieron hasta lo imposible para bloquear las propuestas de Obama y evitaron la llegada de un progresista como juez. Sus estrategias funcionaron y la decisión se tomó hasta enero de 2017, ya con Trump en la oficina y con un conservador en la lista: Neil Gorsuch. Con esta designación, quedaron 5 asientos de la Corte para los conservadores y 4 para los progresistas.

Pero todo cambió cuando el juez Anthony Kennedy anunció su jubilación voluntaria, por lo que se abriría una nueva posición. A pesar de ser conservador, Kennedy fungió como un péndulo y tomó posiciones progresistas en algunas ocasiones, como en el caso del derecho al aborto o los matrimonios del mismo sexo. Su voto fue decisivo para mover a la Corte Suprema hacia delante, a pesar de la mayoría conservadora, por lo que la posibilidad de poner a un nuevo integrante ha hecho que los republicanos traten de apresurar todo antes de que pierdan, probablemente, la mayoría en las elecciones de noviembre.

Eso explica por qué la explosiva nominación de Brett Kavanaugh, con todo y las acusaciones de violencia sexual que explotaron en las últimas dos semanas, hicieron parecer que su nominación se detendría, pero terminó pasando por el comité del Senado a pesar de haber escuchado también los testimonios de la agresión. La votación final en el Pleno se pospuso una semana para una apresurada investigación del FBI, pero todo parece indicar que, una vez más, los republicanos harán oídos sordos con tal de colocar a alguien afín a ellos, sin importar que sea un depredador sexual, antes de que ya no lo puedan hacer. En todos lados se cuecen cuotas y cuates.