De enemigos, aliados y enemigos

De enemigos, aliados y enemigos
Por:
  • montserrats-columnista

Los políticos no se distinguen por ser claros en sus discursos; en la era de la posverdad es aún más complicado encontrar claves que puedan darnos una idea de lo que sucede en la realidad. Trump es un fiel reflejo de esta manipulación del lenguaje que intenta imponer una percepción artificiosa de la realidad para buscar el poder y la propia conveniencia. Así, las fronteras entre el enemigo, el amigo, el aliado y el competidor son borrosas y francamente contradictorias.

En el mundo de pesos y contrapesos de la geopolítica era indispensable contar con tu aliado y reconocer a tu enemigo. Hoy, con tantos intereses encontrados, depende de la dimensión en la que nos movamos si nos estrechamos la mano o endurecemos el discurso. Relaciones comerciales, territorios en conflicto, alianzas del paso, vecindad geográfica, ideologías comunes, comercio complementario… los factores son tan cambiantes como las relaciones mismas. Éste es el escenario ideal para un camaleón acostumbrado a ignorar cualquier regla que no sea la del propio beneficio. Trump fue hecho para detonar las grietas del entramado mundial de nuestros días.

Trump, en plena guerra de aranceles con sus vecinos y aliados —México y Canadá—, ha llamado enemiga a la Unión Europea, dando una bofetada a la historia y llenando de incertidumbre al comercio mundial. También estrechó la mano con Rusia, en plena confrontación diplomática entre ellos por la llamada trama rusa. China, el enemigo comercial del momento, pero amigo cuando se mira al enemigo común —Corea del Norte— ahora estrecha lazos con su rival comercial, la Unión Europea, y descubre a Latinoamérica. Y Rusia, la maquiavélica Rusia de Putin, se relame los bigotes creciendo descaradamente a la sombra del caos trumpiano.

Mientras los negocios de Trump crecen, la inestabilidad global golpea a los mercados. Esta incertidumbre ha puesto en vilo a los inversionistas y a los republicanos de cara a las elecciones de noviembre. La apuesta es altísima: si este caos no demuestra ser una estrategia maestra que no sólo enriquezca a unos cuantos, sino que lleve a la economía y al empleo estadounidense a un repunte, Trump puede quedar expuesto al perder el control de las cámaras del poder legislativo.

Varios gobernadores de su partido han levantado la voz advirtiendo de este problema y pidiendo al presidente mesura ante los efectos que ya sufren los ciudadanos de sus estados por las represalias impuestas por los países afectados por Trump. Ante esto, el mandatario pide paciencia. ¿Para qué? Para que demuestre ser un gran estadista o para que termine de crear el caos que sólo puede beneficiar a un puñado de actores, aquellos que son los verdaderos aliados y amigos de Trump.