¿De quién es el Bicentenario?

¿De quién es el Bicentenario?
Por:
  • larazon

Las celebraciones del Bicentenario son un reto para los actores políticos. En el pasado, y su lectura, puede existir una buena catapulta para el presente.

El presidente Felipe Calderón está mandando un mensaje importante al colocar a Alonso Lujambio, el titular de la Secretaría de Educación Pública, al mando de la discusión sobre el significado de la Independencia y la Revolución y más allá de lo que hagan otras instancias de gobierno, como la Secretaría de Gobernación y el Conaculta.

No es casual que sea Lujambio, ya que pertenece a una cultura liberal arraigada, por su familia, en el panismo.

El PAN tiene un conflicto no resuelto con ambos episodios y sus procesos históricos. En el caso de la Revolución las contradicciones y las distancias son evidentes.

No veo mucha cercanía del panismo con uno de los grandes constructores del México post-revolucionario: el general Plutarco Elías Calles.

Mucho menos la hay con el otro representante de los generales victoriosos, el michoacano Lázaro Cárdenas.

Todo ello por no hablar de Francisco Villa y Emiliano Zapata, ambos derrotados pero poderosos en el imaginario popular.

¿Qué va a celebrar el panismo? El tema en modo alguno es menor, ya que de él se desprende una idea del país, de su pasado, pero sobre todo de su futuro.

En términos históricos tendría que existir un reconocimiento de la labor de construcción de instituciones que significó el México de aquellos años. Hay una línea de continuidad entre la llegada de los revolucionarios y la política que propició la construcción de Pemex, el IMSS, la UNAM, el IPN y un largo etcétera.

Lo otro sería caer en la trampa de la condena a la “historia de bronce” sin un conocimiento acabado de los hechos.

Es verdad que las pulsaciones del México bronco y su necesidad de cambio fueron y son contradictorias, pero también lo es que hay un pasado que podemos compartir todos y no desde el dogma, sino a partir de una discusión plural.

El 2012 puede terminar por complicarlo todo. En el panismo hay la tentación clara, y eso ve en los relevos en la SEP, de hacer otro análisis del pasado y de construir culpables de nuestros problemas: los priistas y su panteón histórico.

Sin duda puede ser atractivo el apropiarse de la discusión y arrancar simpatías desde las celebraciones, aunque esto tenga poco que ver con un recuento riguroso de lo que ocurrió y ha ocurrido en los últimos 200 años.

Más le vale al PRI y al PRD el poner sus barbas a remojar, ante esta estrategia sin duda inteligente del gobierno federal, para no acabar perdiendo algo más que Los Pinos, sino el pasado del país.

juljard@yahoo.com.mx