Democracia y futuro

Democracia y futuro
Por:
  • Pacotest

Cuando era niño era común encontrar en las tiendas un letrero que decía:

“Hoy no fío, mañana sí”

Recuerdo que la primera vez que comprendí la ironía del cartelito me causó gracia, pero también asombro. El pequeño filósofo del lenguaje que había en mí se sorprendió del embrujo del uso de los adverbios. El lenguaje es categórico en su disposición de la temporalidad. No hay manera de que el presente alcance al futuro.

Así como el tendero posponía ad infinitum la compra a plazos, el régimen del PRI postergó durante décadas el sufragio efectivo. El razonamiento era semejante al que habían usado antes los defensores del General Díaz:

México no estaba listo para la democracia electoral. Para que estuviera preparado había que realizar antes varias tareas —principalmente en el campo económico— que debían ser atendidas por el grupo en el poder. Las clases dirigentes eran demócratas del mañana, pero ese mañana nunca llegaba, como en el letrerito de las tiendas.

El siglo XX mexicano acabó con la sorpresa de que el mañana había llegado a la política: Vicente Fox logró la proeza de sacar al PRI de Los Pinos. Los mexicanos estábamos tan sorprendidos como si, de repente, el tendero hubiera dicho: ahora sí te fío, escoge lo quieras y luego me pagas.

Nos llevamos a casa todo tipo de productos inútiles. Ahora estamos insatisfechos, peor aún, nos sentimos defraudados. Mientras tanto, el tendero se volvió rico. Ha abierto más locales y ya no se le ve por el barrio.

La clase política realizó un acto de magia negra: le dio a los mexicanos elecciones libres y, sin embargo, logró que prevaleciera el sistema corrupto.

Una de las características más difíciles de asimilar de la democracia es que no es un estado, es decir, no es algo estático, sino un proceso perpetuo.

Debemos estar precavidos, por tanto, de aquellos que sostienen que nuestra democracia es una obra acabada. Ese tipo de declaraciones no sólo son demagógicas, sino que traicionan la lógica misma del concepto.

La democracia es un experimento permanente. Si no funcionan los recursos actuales debemos sustituirlos por otros. Lo que no podemos hacer es caer en el desaliento. Los errores de la democracia de hoy no deben obstaculizar nuestra búsqueda de soluciones para la democracia del mañana.

La reflexión actual sobre la democracia mexicana debe adoptar otras perspectivas. No podemos quedarnos con las mismas ideologías que nos fueron de utilidad en el siglo anterior. Necesitamos nuevas ideas que nos sirvan como herramientas para responder a los nuevos retos.

La democracia consiste en entender que la tiendita de la esquina es nuestra, es decir, que es de todos. Por eso debemos administrarla lo mejor que podamos, hoy y mañana, ahora y siempre. Lleguemos desde temprano y colguemos de la puerta el letrero:

“Abierto, pase usted”.

guillermo.hurtado@3.80.3.65

Twitter: @Hurtado2710