Devaluaciones aquí y en China

Devaluaciones aquí y en China
Por:
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Leonardo Núñez González

En un periodo de tres días el yuan chino fue devaluado 4.4 por ciento en relación con el dólar estadounidense. El movimiento de las autoridades chinas desató una serie de especulaciones y reacciones en todas las economías, ya que era la mayor modificación en el tipo de cambio desde 2005 y, además, no es un cambio que responda al equilibrio de las fuerzas del mercado, sino que es una decisión del Banco Popular de China.

Cuando la capacidad de ajuste cambiario depende de la decisión de un gobierno, un cambio es usualmente una política de reacción ante un escenario interno en el que ya se han intentado otras opciones que no han funcionado. En el caso particular de China, su decisión se contextualiza en una economía que ha disminuido sus exportaciones. Las ventas al exterior han disminuido 8.4 por ciento en comparación con el último año y el crecimiento económico se estima, de manera optimista, en siete por ciento, una cifra por debajo de las expectativas de crecimiento previo.

La decisión intenta aprovechar que la consecuencia elemental de la devaluación de una moneda es que la importación de productos se encarece, mientras que las exportaciones se abaratan, ya que cada dólar o euro puede comprar más. De facto, el cambio repentino puede ayudar a empujar el comercio exterior. Sin embargo, un dato que suele dejarse de lado es que la decisión china no es una causa de crisis, sino una consecuencia. El motivo: el comercio mundial no ha superado la recesión y continúa a la baja. Las transacciones comerciales en todo el mundo han disminuido 3.4 por ciento en cantidad y 17 por ciento en precio en comparación con el año pasado. Con menos dramatismo que hace unos años, pero seguimos en crisis.

El mercado internacional será inundado por productos chinos que serán más baratos, pero el costo para las diferentes economías será que sus balanzas comerciales se verán afectadas, ya que sus exportaciones no podrán competir con los precios chinos. Por ello el mecanismo de respuesta en las economías que permiten el libre ajuste cambiario es una depreciación.

En ese sentido, la depreciación de nuestra moneda ante el dólar no es un ajuste comparable con las devaluaciones que hemos vivido previamente, ya que en este momento no se trata de una política desesperada, como la que décadas atrás mantenía un tipo de cambio ficticio, sino que es un ajuste que trata de contener el efecto de la decisión china. Sin embargo, la devaluación en nuestro país no lo “hace más atractivo”, como menciona el presidente Enrique Peña, sino que sólo trata de mantener un precario equilibrio que ha sido trastocado por la devaluación china y la crisis.

Sin el ajuste cambiario del peso, nuestra débil economía sufriría aún más. Pero tampoco es válido engañarse, nuestro sistema sigue en crisis y estancado, sin poder crecer e incrementando la pobreza y la desigualdad de la mayoría de la población. Tal como en China, la devaluación es una respuesta, pero no una solución.

leonugo@yahoo.com.mx

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