Doña Columba, impotencia, rabia y dolor

Doña Columba, impotencia, rabia y dolor
Por:
  • javier_solorzano_zinser

“Cuando uno hace mal tiene que acabar mal, pero si uno no actúa mal no tienen que acabar mal las cosas, no tienen por qué terminar así”, nos dice cerca del llanto, haciendo todo lo posible por controlarlo, doña Columba Arroniz.

Desde el once de enero, cuando desaparecieron a su hijo Bernardo Benítez a la vista de las cámaras de vigilancia colocadas en las calles de Tierra Blanca, Veracruz, y ante mucha gente que se dio cuenta de lo que estaba pasando, habremos conversado al menos en nueve ocasiones.

No había vez en que no nos dijera: “Javier, no nos olvide; en cuanto los medios se olviden de mi hijo Bernardo y de sus amigos, se les va a olvidar que los desaparecieron y que fue la policía estatal la que lo hizo”.

El once de enero Bernardo y sus amigos, cinco en total, originarios de Playa Vicente, regresaban de Veracruz, a donde habían ido de vacaciones. “En nuestro pueblo —nos dice doña Columba— no hay lugares para que se diviertan, no hay antros o como les llamen, y nos pareció bueno que fueran.

Playa Vicente es un pueblo pequeño y no hay mucho que hacer”.

Desde el once de enero la vida de la familia Benítez Arroniz dio un giro brutal.

A lo largo de estos meses ha vivido con la esperanza de poder encontrar a sus hijos, lamentablemente la semana pasada todo cambió y está llegando a su fin. Los expertos argentinos, “a los que les tenemos total confianza”, les informaron que identificaron los restos de Bernardo.

“Vamos a recibir lo poco que tengamos de él y le vamos a dar cristiana sepultura; vamos a recibirlo para poder llorarle… no hay manera, Javier, de describir lo que estamos viviendo; la única manera es sentirlo en carne propia, se lo aseguro”.

Con voz entrecortada la señora Arroniz continúa su relato: “Nos vamos a quedar con lo que nos dijeron los expertos argentinos, ya no vamos a buscar más”.

Para los familiares y los habitantes de Playa Vicente ahora lo importante es encontrar a los otros jóvenes.

Todos fueron detenidos bajo el absurdo de lo que algún grupo delincuencial consideró “un grupo de sospechosos”; y para ello usó a la policía estatal, la cual es parte integral de la delincuencia. “Trataron a los muchachos como no los tratan ni en las películas”, dice doña Columba.

No hay manera de explicarse la acción de los delincuentes si no es bajo su estrecha relación de complicidad con las autoridades, repitámoslo por más que se haya dicho y evidenciado en infinidad de ocasiones. Esto que debería atacarse de manera directa, y más por lo sucedido con los cinco jóvenes, sigue en la más absoluta impunidad.

En Tierra Blanca se han seguido presentando casos como éste. En febrero un mecánico fue sacado violentamente de su taller a la vista de todos por miembros de la policía estatal. Los familiares lo han buscado por todos lados, lo que incluye oficinas de la Procuraduría y la policía estatal, no se sabe nada de él; a estas alturas se espera lo peor.

Doña Columba Arroniz tiene ahora otra preocupación: “No estamos seguros porque para buscar a nuestros hijos se han tocado intereses y eso a los delincuentes no les va a gustar nada”. Es el México de Veracruz en donde suman ya 176 desaparecidos; en donde la sociedad, empezando por los familiares, tienen que buscar a sus amigos y a sus parientes.

Es Playa Vicente, en donde suponían que la violencia estaba lejos de ellos y ellas.

 RESQUICIOS. Así lo dijeron el fin de semana:

Lo que sí se ve en Honduras es a civiles inocentes muriendo en el fuego cruzado entre ejército y narco, como también ocurre en el México de los cárteles.

Alberto Arce. Honduras a ras del suelo, crónicas del país más violento del mundo. Ed. Ariel.

solorzano52mx@yahoo.com.mx

Twitter: @JavierSolorzano