Dos buenas y dos malas de las elecciones

Dos buenas y dos malas de las elecciones
Por:
  • juan_ramon_moreno

La buena noticia de la elección del pasado domingo es que dejó en la mayoría de los mexicanos un ánimo renovado de confianza y satisfacción con la democracia. No es cosa menor: en los últimos años, cada vez más ciudadanos declaraban no estar satisfechos con el desempeño del régimen democrático del país, lo cual parecía estarse traduciendo en desconfianza y enojo –a veces injustificado– con todas las instituciones electorales y políticas. Pero ahora, el triunfador se llevó más del cincuenta por ciento de los votos y un sector considerable del electorado, que llevaba desde el inicio de la transición democrática esperando a que un candidato que se identificara con la izquierda llegara a la Presidencia, al fin se sintió representado en el resultado electoral.

La otra buena noticia es la manera responsable –y demócrata– en que actores políticos contrarios al proyecto de AMLO recibieron el resultado. Pocos minutos después de que se cerraran las últimas urnas, José Antonio Meade salió a reconocer su derrota y el virtual triunfo de AMLO. Le siguió Ricardo Anaya y antes de las nueve de la noche ya había quedado eliminada cualquier posibilidad de conflicto por la elección presidencial. Los empresarios más importantes del país, que durante la campaña pidieron un “voto razonado” –y estaban en todo el derecho de hacerlo– han ido ofreciendo, uno a uno, su apoyo para construir el nuevo proyecto de gobierno; incluso pudimos ver a AMLO y Juan Pablo Castañón dirigiendo una conferencia de prensa conjunta.

Pero también hubo malas noticias a las que tenemos que prestar atención mientras estamos en el festejo democrático. Muy probablemente, la misma coalición tendrá el ejecutivo federal, mayoría en ambas Cámaras del Congreso y mayoría en diecisiete congresos locales. Aunque es verdad que este resultado sólo responde a la voluntad de los electores, puede resultar problemático que cualquier partido o coalición concentre tanto poder. De hecho, el sistema político-electoral mexicano actual se fue construyendo precisamente para quitarle todo ese poder al partido hegemónico. Tocará ahora a la oposición, sociedad civil organizada y todos los actores políticos relevantes estar alertas y vigilar que todo ese poder acumulado no se derroche.

Otra noticia igual de mala es que Puebla no se pudo sumar a la fiesta democrática. Entre el ex gobernador Rafael Moreno Valle, su esposa Martha Erika Alonso y el candidato de Morena, Miguel Barbosa, enturbian la elección, restan credibilidad al Instituto Electoral de ese estado y dejan a la ciudadanía en un fuego cruzado de dimes y diretes del que nadie va a salir avante. Recordando a dos queridos profesores: “Las instituciones ya las tenemos, ahora necesitamos demócratas”.