Ecatepec, la cara brutal del todo

Ecatepec, la cara brutal del todo
Por:
  • javier_solorzano_zinser

La cara de los feminicidios es la cara de la sociedad.

Entre el gran desarrollo de la cultura de la denuncia y que los ciudadanos estamos cada vez más a la ofensiva, problema que se presenta, problema que en la mayoría de los casos se denuncia.

Estamos todavía muy lejos de que se conozca el panorama general de lo que se vive en el país, pero no hay duda de que la valentía de muchas mujeres, de sus familias y de diversas organizaciones sociales han ido cambiando las cosas.

El caso Ecatepec muestra los innumerables males de la sociedad. En uno de los municipios con mayor densidad de población se resume el todo de la vida del país. Pobreza, riqueza, violencia, corrupción en todos los órdenes, agresión sistemática en contra de las mujeres, abuso de autoridad, impunidad, delincuencia en la cotidianeidad, a lo que se suma una ingobernabilidad que provoca que todo sea caótico y, sobre todo, riesgoso.

Las mujeres, sin importar su edad, están en medio de todo ello. Son quienes lo viven en primera persona. En la encuesta de percepción sobre seguridad e inseguridad, queda claro que son quienes padecen en mayor medida las amenazas, temores, agresiones físicas y verbales, y sobre todo sexuales.

En un número importante de casos, las mujeres terminan por decidir no presentar denuncias. Las razones son múltiples, tienen su explicación en que no creen que las autoridades vayan a atenderlas y resolver sus problemas; se les toma como insensibles y cómplices de quienes abusan de ellas.

Están en un callejón sin salida. Se quedan en casa y están expuestas, salen de ella y están expuestas, abordan el transporte público y están expuestas, asisten a su centro de trabajo y también están expuestas; no hay cómo no lo estén.

La condición socioeconómica no es necesariamente un factor. Es más visible lo que pasa entre las mujeres de los sectores populares, incluso entre las de clase media, debido a que existen posibilidades de acceder a información directa o indirecta.

Un gran enigma es lo que se vive en la clase alta. Si bien se tienen acercamientos de lo que puede pasar, lo que sucede en este sector es todo un misterio, lo que no significa que no haya abuso y violencia sexual contra las mujeres, más bien está más escondido.

No hay manera de saber lo que pasa en muchas residencias porque están virtualmente cerradas en todos los sentidos. No se puede entrar y tener información o indicios de lo que puede pasar, por más que investigadores y encuestadores hagan grandes intentos persuasivos por hacerlo.

Ante lo que estamos es ante información y escenarios inciertos. Sin embargo,  el hecho de que se conozcan ciertos casos, por más violentos y brutales que sean, permite conocer parte de lo que se vive en el país.

Seguramente no todos los casos son como el del feminicida y su esposa en Ecatepec, pero a veces no necesariamente deben ser tan brutales como para que no sean expuestos, penados y sobre todo denunciados. La pregunta cabe ante la violencia contra las mujeres: ¿De qué tamaño y de qué tipo debe ser el delito para que sea denunciado y perseguido?

Ecatepec se ha convertido en el centro de agresión en contra de las mujeres. Sin tanta atención, está en camino de ser algo así como lo que vivió Ciudad Juárez hace dos décadas. Si algo está claro es que la violencia contra las mujeres sigue siendo una constante, no hay indicios de que algo esté cambiando.

Ecatepec es una cara brutal de un todo.

RESQUICIOS.

Estuvimos en el Azteca cuando la selección de futbol perdió la medalla de bronce ante Japón, en los Juegos Olímpicos del 68. Javier, El gato, Vargas era el portero y le ha dado por asegurar que se dejó perder porque no les dieron los “premios” que les prometieron. Parece un buen pretexto para su incompetencia. El lamentable juego fue calificado por los aficionados con una cojiniza imborrable y explicable, en medio de un capítulo más de fracasos y pendientes del futbol nuestro.