El abandono

El abandono
Por:
  • pedro_sanchez_rodriguez

Los sismos del 7 y del 19 de septiembre del año pasado han dejado un trago amargo no sólo en la Ciudad de México, sino también en Puebla, Morelos, Chiapas y Oaxaca. A un año de los sismos es difícil justificar que los daños, aún visibles, no hayan sido reparados. El que a doce meses del sismo aún haya personas durmiendo en campamentos no se debe a los sismos, sino a la falta de eficiencia, de respuesta y responsabilidad de los gobiernos.

Esto se replica con igual magnitud en distintas dimensiones de la vida pública del país y de la ciudad. En seis años, la Ciudad de México, pasó de ser un oasis alejado de la violencia en el país, a ser una plaza que se disputa por lo menos por dos grupos criminales que ya todos identificamos. Se ha dicho y repetido: la impunidad es el principal problema del país. La falta de castigo contagia la corrupción en los gobiernos, exacerba la violencia, arrebata derechos a la ciudadanía y en la mayoría de las ocasiones empantana el funcionamiento de las instituciones.

Si bien la comunicación gubernamental se ha empeñado en desmentir que México es un Estado fallido dado que la violencia está focalizada en puntos específicos de la geografía nacional, también es cierto que en este sexenio han emergido nuevos centros icónicos de la violencia. Por decir algunos: Colima, Guanajuato, Quintana Roo, Ciudad de México. Pero no sólo son enfrentamientos. Mientras que en Veracruz nos encontramos con fosas repletas de cráneos —papás, mamás, hijos, esposos, esposas—, en Jalisco nos encontramos con un gobierno que rentó, con recursos públicos, un tráiler y su caja de refrigeración para resguardar cadáveres no identificados, que han ido deambulando por la zona metropolitana de Guadalajara desde 2016.

No sólo es impunidad, es el abandono. Es el costo de una distribución inequitativa de los recursos públicos, en donde a los gobiernos les produce una mayor utilidad, con vistas a las próximas elecciones, destinar recursos a vialidades de 25 kilómetros que a edificios que ocupan 500 metros; los beneficios que produce destinar recursos a plazas y jardines, que la construcción de nuevas criptas para resguardar a los difuntos; lo cómodo que es enfocarse en las marcas de propiedad industrial, que entender la escalada de la violencia y hacer un esfuerzo serio para revertirla o contenerla.

Así como el sismo de 1985 generó una repulsión generalizada en la sociedad civil de la Ciudad de México hacia el PRI, los temblores que hemos experimentado en los últimos años se han manifestado en una repulsión a los partidos tradicionales y en la forma en la que se hace política en México. Lo que vendrá ahora es observar como actores que han estado presentes todos estos años, se ajustan a un nuevo discurso que si bien nos va, nos dejará un país en paz y estable.