El águila que desciende

El águila que desciende
Por:
  • danielalonso-columnista

“¿Y por qué chingados tengo que avisarles? Éste es un partido que está firmado desde diciembre. Es pura gente ardida que sólo quiere fastidiarme.” Así, con estas palabras contestaba Cuauhtémoc Blanco a las preguntas que le hacían durante una entrevista en Fox Sports, acerca de la polémica que se desató por su registro con el América.

Con un rostro serio y mirando con ojos retadores a los panelistas, el delantero águila apenas necesitó de unas horas para retomar su papel de emblema y líder americanista. Así es Cuauhtémoc Blanco Bravo, y para dicha de muchos, y bilis de otros, está de vuelta.

Mañana, en punto de las 17:00 horas, iniciará el rodar de la pelota en el Estadio Azteca, donde Monarcas se enfrentará a las Águilas. Al principio de la temporada este partido no pintaba en lo absoluto para ser un juego interesante, ni siquiera el ‘morbo’ que solía despertar por ser equipos de las dos empresas de televisión abierta que dominan el espectro público y que se decían rivales; hoy en día, y por mimetización de ambos consorcios de medios a muchos, ya nos da lo mismo si es made in Televisa o TV Azteca, porque a final de cuentas sus contenidos son igual de malos.

Y es entonces que renace el caballero águila. El último gran ídolo del americanismo volvió cual Leonardo DiCaprio después de vencer a un oso mano a mano; en este caso, los aparentes rasguños con los que regresa el Cuau son de una bestia mucho más mortífera: la política. Alejado de las cuatro aburridas paredes que seguramente resultan ser para Blanco; es decir, su oficina en el Palacio Municipal de Cuernavaca, el alcalde se toma un respiro de césped, una bocanada de pasión, los últimos anhelos de volver a marcar un gol con su amada camiseta amarilla.

En lo personal, nunca sentí simpatía por Blanco; algunas de sus formas empleadas dentro de la cancha, en pro de la victoria, no coinciden con las que suelo compartir y valorar dentro y fuera de los campos de futbol.

¿Admiración? Decir “no”,sería como fingir una falta para provocar un penal, y eso sería una contradicción en mi discurso; la técnica del delantero americanista y golpeo de balón fueron cualidades que siempre admiré de él, pero su inteligencia con la que leía y resolvía ciertas jugadas era algo fuera de serie.

Como ejemplo, uno de los goles que más me ha emocionado como aficionado al futbol: México contra Bélgica, Parc Lescuere, Mundial de Francia 1998, conducción por el centro del campo en diagonal del Cabrito Arellano, quien abre el balón hacia la banda izquierda para Ramón Ramírez y éste centra a segundo poste; entonces apareció Cuauhtémoc Blanco, suspendido en el aire, y remató el balón como sólo él lo pudo imaginar. El grito y euforia con la que celebré aquel gol es más difícil de relatar con palabras.

Llegó el fin del vuelo y mañana, en el Azteca, serán los últimos minutos de Cuauhtémoc. Por agradecimiento a su entrega total al futbol, sus goles extraordinarios y, claro, su pésimo carácter, que siempre le dio sal y pimienta a este deporte, está prohibido perdérselos.

dan.alonso@yahoo.com

Twitter: @dan_alonsov