El apego y la regulación de las emociones (Segunda Parte)

El apego y la regulación de las emociones (Segunda Parte)
Por:
  • valeria_villa

Se puede lidiar con los problemas en modo constructivo o destructivo.

La persona segura utiliza el primero, que se basa en la certeza de que encontrará apoyo y protección en la gente que quiere. Construir es revisar creencias y caminos erróneos sin que la autocrítica sea tan feroz que impida seguir resolviendo problemas.

La persona segura puede evaluar las dificultades de un modo más o menos benigno y transforma las amenazas en retos, conservando confianza y optimismo. Los eventos indeseables se perciben como temporales y como producto del contexto. Una actitud constructiva surge de convicciones profundas y positivas sobre el si mismo y sobre el mundo.

El apego seguro permite expresar el enojo de una manera ponderada, poniendo atención en lo que debe cambiar y no en castigar; esperar que los errores sean corregidos, pero sin necesidad de destruir las relaciones. “Bowlby le llamo enojo esperanzado, porque su objetivo es reparar una relación dañada” (Mikulinger y Shaver, Attachment in adulthood [Apego en la adultez]).

Existen otros dos tipos de apego inseguro: evitativo y ansioso.

El evitativo se caracteriza por la incapacidad de reconocer y expresar las emociones. Las defensas sirven para inhibir las emociones y mantener así el sistema de apego desactivado, es decir, para no pedir ayuda o buscar consuelo. El evitativo se concibe solo en el mundo e inhibe el miedo, la ansiedad, el enojo, la tristeza, la vergüenza, la culpa y la preocupación. Enojarse implica relacionarse emocionalmente, lo que amenaza su idea de autosuficiencia. Las emociones desagradables son interpretadas como debilidades que atentan contra su identidad de “fuerte e independiente”. Se minimiza la cercanía y la interdependencia aunque las relaciones se deterioren. Al ser incapaz de reconocer errores y amenazas, tiene una baja capacidad para resolver problemas. Reconocer que hay situaciones sin solución, atenta contra su sentimiento de superioridad.

El ansioso, por el contrario, usa las emociones negativas para fomentar la cercanía y por eso exagera su expresión. Necesita desesperadamente atención y protección por lo que intensifica emociones como los celos y el enojo, y así aparecer vulnerable y necesitado. También lo domina la tristeza, la ansiedad, la vergüenza y utiliza el miedo al abandono y la inseguridad para relacionarse. Perpetúa situaciones problemáticas para seguir siendo el débil e insatisfecho. Se siente impotente e incapaz, hace valoraciones catastróficas, amplifica amenazas menores, cree que no podrá manejar la angustia y percibe los eventos amenazantes como incontrolables o como consecuencia de defectos personales.

El pasado no puede cambiarse y el tipo de apego tenderá a conservarse casi intacto desde la infancia hasta la vida adulta. Para transformar un apego inseguro – evitativo o ansioso– en un apego seguro, hay que hacerse consciente del estilo personal para regular las emociones e intentar desaprender a reprimirlas o exagerarlas y aprender a expresarlas con congruencia en grado y forma. El tipo de apego también puede transformarse eligiendo relaciones amorosas y amistosas basadas en la seguridad y en la aceptación, y no en el rechazo o en la amenaza de abandono.

*Vale Villa es psicoterapeuta sistémica y narrativa desde hace 15 años. Este es un espacio para la reflexión de la vida emocional y sus desafíos.

valevillag@gmail.com

Twitter: @valevillag