El Atlántico como espejo

El Atlántico como espejo
Por:
  • rafaelr-columnista

En estos días se presenta, en Barcelona, un libro del experimentado crítico y editor Constantino Bértolo, fundador de la editorial Debate, y director por varios años de la colección Caballo de Troya, de Penguin House Mondadori. Se titula Viceversa. La literatura latinoamericana como espejo (2018), y se lanzó con los comentarios del crítico cubano Iván de la Nuez, la catedrática de la Universidad de Salamanca Carmen Ruiz Barrionuevo  y el director de la Editorial Paso de Barca, Mario Campaña.

En la Biblioteca Esquerra de l’Eixample hablaron, el autor y los presentadores, del océano de desencuentros que se extiende entre la literatura escrita en castellano desde ambas orillas del Atlántico. Tienen razón, los tres, cada uno con sus matices, al reclamar una falta consistente de roce o de asunción permeable de las fronteras de la literatura escrita en español en todo el territorio de la lengua. Dicen estos editores y críticos que el espejo editorial entre las Américas está nublado, que no refleja a cada quien y no permite el paso de una realidad a otra.

 

Me atrevería a preguntar si los gigantes negocios editoriales de la lengua imprimen más literatura que las instituciones estatales de la cultura hispanoamericana en su conjunto y si esas impresiones deciden o no el lugar de cada autor en la bolsa de valores literarios

 

Dicen, también, que la industria editorial de la península está subordinada a los grandes capitales del negocio del libro, que, en resumidas cuentas, ponen la literatura en función del mercado. Lo dicen no sólo con convicción sino con experiencia, ya que Bértolo ha pasado décadas en el trabajo editorial y sus interlocutores son críticos y académicos con una larga trayectoria en el debate sobre la cultura latinoamericana en España. Se trata, pues, de un diagnóstico autorizado sobre la persistente colonialidad de la literatura en el Atlántico, que hay que tomar en cuenta.

[caption id="attachment_744544" align="aligncenter" width="2147"] Público asistente a la FIL del Palacio de Minería, 2018[/caption]

Valdría preguntarse, sin embargo, cuál es la lógica determinante —si hay alguna— del mercado hispanoamericano del libro. Si el volumen de lectores de la literatura en español o la capacidad de impresión de las editoriales públicas o privadas en la península o en Hispanoamérica son decisivas. Dice Bértolo que lo que se edita en España es desproporcionadamente mayor a lo que se edita en la América de habla española —equívocamente llamada “América Latina”—y que los escritores latinoamericanos tienen como prioridad publicar en la península.

Tiene sentido, ¿pero es suficiente este análisis? Habría que revisar con mayor cuidado los volúmenes y las calidades de las editoriales públicas y privadas en Hispanoamérica —no sólo aquellas que son filiales de los grandes sellos peninsulares o transnacionales—, para afirmar algo conclusivo. No conozco ningún estudio sobre la materia, pero me atrevería a preguntar si los gigantes negocios editoriales de la lengua imprimen más literatura que las instituciones estatales de la cultura hispanoamericana en su conjunto y si esas impresiones deciden o no el lugar de cada autor en la bolsa de valores literarios.

 

Bértolo sostiene que los escritores latinoamericanos tienen como prioridad publicar en España porque así aseguran una mayor demanda. Sugiere, además, que unos y otros no se interesan genuinamente en la literatura al otro lado del Atlántico, es decir, que no miran detrás del espejo

 

Bértolo sostiene que los escritores latinoamericanos tienen como prioridad publicar en España porque así aseguran una mayor demanda. Sugiere, además, que unos y otros no se interesan genuinamente en la literatura al otro lado del Atlántico, es decir, que no miran detrás del espejo. Tal vez, pero habría que pensar también en las redes subterráneas o de alto tendido que se han establecido entre autores como Roberto Bolaño y Enrique Vila-Matas, Juan Villoro y Javier Marías, Cristina Rivera Garza y Belén Gopegui, Javier Cercas y Jorge Volpi, Valeria Luiselli e Inés Martín Rodrigo. En las últimas décadas, esos diálogos y decenas de pequeñas editoriales independientes han puesto en entredicho la condición fronteriza del Atlántico.