El diálogo desde la desmesura

El diálogo desde la desmesura
Por:
  • claudia_guillen

Los hospitales psiquiátricos parecieran mundos ajenos encapsulados en cualquier Ciudad del mundo: en ellos se trata a los pacientes con padecimientos neurológicos. O bien se les interna cuando su enfermedad requiere de una observación clínica psiquiátrica cotidiana. A nuestro país, desde finales del siglo XIX, llegó la modernidad y con ella los espacios que la erigían como monumentos a la misma. No podía quedar fuera el tratamiento clínico de quienes no pertenecían a esa sociedad “perfecta” centrada en estrictos valores morales.

Esos seres que han sido descobijados por su falta de convivir “normalmente” en una sociedad plagada de prejuicios siempre me han resultado de gran interés. Por ello, propongo establecer un diálogo entre dos libros de ensayos: La Castañeda. Narrativas dolientes desde el Manicomio General. México, 1910-1930, de Cristina Rivera Garza, y Breve diccionario del alma, de Jesús Ramírez Bermudez, ambos publicados en 2010.

El género ensayístico ha sido poco recorrido en comparación con la literatura de ficción. Sin embargo, no cabe duda que nuestro país cuenta con una tradición sólida pues muchos de los pensadores nacionales, más representativos, han llevado el ejercido a través de este género. Este ejercicio que se sustenta en el diálogo a través de la escritura.

Podemos explorar algunas premisas sobre el ensayo con la intención de establecer un primer acercamiento con este género llamado por Alfonso Reyes ¡“ese centauro de los géneros”.

En el libro Umbrales del Ensayo Liliana Weinberg logra acercarnos a importantes premisas de la disciplina ensayística, ya sea a partir del diálogo que establece con citas de autores emblemáticos como: Montaigne, Foucault, Benjamin, Said, Reyes, García Terrés, por mencionar tan sólo a algunos. Sin duda son muchos los temas tratados en este texto para culminar en un sólo eje: dotar al ensayo de una fisonomía que permita al lector adentrarse en este género desde sus inicios hasta nuestros días.

Así, Weinberg, nos dice que quien escribe ensayo es un ser que se apasiona por los libros que cita para crear ese discurso fuerte y cargado de buenas intenciones o buena fe:

“…lejos de pensar al ensayista como un erudito en una biblioteca llena de libros activo y permanente con diversas clases de textos y citas: el escritorio imaginario del ensayista se nos antoja siempre desordenado, con acumulaciones inestables y aglomeraciones de libros, periódicos, papeles sueltos, fotografías, objetos diversos, reunidos con pasión, en colecciones cambiantes.”

Lo anterior nos podría remitir a varias ideas. Sin embargo, en este caso tomaré como sustento: la del ensayista como un ser inquieto y apasionado que explora en diferentes medios para compartir con el lector sus descubrimientos, como es el caso de los libros escritos por Rivera Garza y Ramírez Bermúdez.

En su ensayo, Cristina Rivera Garza da voz a los seres más débiles y desposeídos de lo que fue la población mexicana de la primera década del siglo pasado. En este libro encontramos, así, una excelente muestra de la narrativa del dolor de quienes, en su mayor parte, dejaron como único recuerdo su testimonio en un pedazo de papel archivado junto con otros setenta y siete mil expedientes.

Al avanzar en la lectura vemos cómo la autora intercala realidades paralelas al manicomio que ilustran aún más aquella época de la primera década del siglo XX. Con ello el lector se entera de que los médicos utilizaban los atávicos antecedentes familiares para clasificar tanto a pacientes como a criminales, lo mismo que su perfil fisonómico y su género, con lo que ciertos diagnósticos tenían que ver más con lo moral que con lo científico

Como nos lo explica Rivera Garza, la época alimentaba el orden social y moral, y el respeto por los valores familiares. Para hacerlo, se diseñaron iniciativas legales que aludían tanto a espacios urbanos como al ámbito social. Por ello la importancia de establecer un centro como La Castañeda, que aglutinara a quienes no cabían en esa estructura social: miembros de los grupos marginados, tanto económica como étnicamente, que a final de cuentas no eran sino “vidas rotas” que encarnaban una crítica viva al proyecto de la modernidad.

Por su parte, el doctor Jesús Ramírez Bermúdez nos permite obtener el punto de vista de un médico con respecto a su experiencia neurosiquiátrica en los albores del siglo XXI. “Si el alma es una ilusión generada por operaciones de la materia, ¿no sería entonces la poesía de lo real?”, se pregunta Ramírez-Bermúdez en Breve diccionario clínico del alma. Así en cada apartado, de este espléndido volumen, el lector se encontrará con enfermedades que se gestan en la mente y que, en algunos casos, nos pueden resultar conocidas. Quizás esta cercanía no sólo se trate de la pulcritud narrativa del doctor Ramírez-Bermúdez, sino de que estos ensayos aluden tanto a la mitología del alma como a los relatos que logran su desintegración. Es decir, la descripción de las patologías que se generan en la mente acaso nos integran en un mundo no del todo ajeno, y podría caber la posibilidad de que alguno de nosotros hayamos, por lo menos, sentido de ciertos síntomas expuestos en este amplio mosaico narrativo.

Breve diccionario del alma se inserta en la tradición ensayística literaria, ya que dentro del propio cuerpo del libro en cada uno de los textos se advierte la intención del autor por establecer un diálogo con el lector, intercalando algunas de sus ideas –junto con las de Italo Calvino, Montaigne, Paul Ricour,– respecto a las preocupaciones más inmediatas del hombre desde épocas remotas, y así desentrañar algunos mitos, y en otros casos sustentarlos: “De alguna forma, la psicosis se asemeja al reverso de la poesía, o ¿será tal vez como esa creación poética en la cual se ha suprimido la libertad, y se ha cristalizado la lejanía solitaria de poeta?”

Como podemos ver el diálogo es la forma en que los individuos hemos encontrado para poder enriquecer cualquier tema: Y este diálogo bien puede ser oral y en lo cotidiano; o en papel y por escrito: dialogar resulta, pues, parte sustancial de lo que interesa a cualquiera. Así, éste sea desmesurado por el tipo de personajes que pueblan los dos libros antes citados.

Nos vemos el otro sábado, si ustedes gustan.

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