El dolor de Pelé no tiene marca registrada

Mónica Garza

Poco antes de que iniciara la Copa del Mundo en Brasil, el Rey Pelé visitó México como parte de sus actividades en la campaña publicitaria de una marca suiza de relojes de la que es embajador, como lo ha sido inumerables veces de tantos otros productos. Y es que desde hace años Pelé, más que un ídolo del futbol, es una marca.

Dice la historia, que como futbolista nunca tuvo un gran sueldo como lo tienen las grandes figuras de hoy, porque en los 50 y 60 el futbol sí era pura pasión deportiva. En aquella época los jugadores, por muy destacados que fueran, tenían que tener algún trabajo adicional a su deporte para vivir dignamente. Si se comparan las cifras de hace 60 años, un futbolista bien pagado ganaba el equivalente al 10 por ciento de lo que percibe hoy uno que gana medianamente bien.

La construcción de los grandes ídolos del futbol quizá empezó a gestarse justamente en el Mundial de México 70, que fue especial no sólo por haber contado con figuras hoy legendarias como Pelé y Franz Beckenbauer, también porque gracias al sistema de satélites comerciales Telstar, por primera vez en la historia el evento fue televisado con imágenes a color en todo el mundo y eso redimensionó la proyección de sus protagonistas. Quizá por eso Pelé, a la menor provocación, regresa con la memoria a aquel 1970 en el que tanto brilló:

“Yo podría decir que México 70 no fue para Brasil un gran mundial, fue el mejor mundial de todos los tiempos”

Me dijo sonriente mientras aventaba la mirada al horizonte como atrapando aquellas imágenes que claramente quedaron suspendidas en su mente, en su corazón, y, por supuesto, en su cartera. Pelé jugó futbol 22 años, y desde su retiro en 1977, ya lleva 37 años haciendo comerciales de todo menos de política, religión, alcohol ni tabaco. Es decir, ¡bien bajado ese balón, también!

Hoy Pelé sigue siendo la figura más codiciada por los patrocinadores en los cinco continentes y a sus 73 años se calcula que factura anualmente alrededor de 18 millones de dólares en publicidad, considerando que el brasileño no realiza ninguna campaña por menos de un millón de dólares, renovables cada seis meses.

La razón de su éxito es indiscutiblemente el impecable mantenimiento de una imagen intachable, que es la verdadera “perla negra” de las marcas. Aunque cabe mencionar que en los últimos años, su equipo de expertos en mercadotecnia ha hecho un trabajo de filigrana para alejar al Rey del escándalo que rodea particularmente a uno de sus hijos.

Bromista y muy ágil mentalmente, durante la entrevista que le hice en la Ciudad de México, noté que Pelé sólo hizo una breve pausa ante la pregunta ¿Cómo te consideras como padre?:

“Yo me considero un buen padre porque tengo la felicidad de estar siempre con mis hijos (tengo tres hijas también). Uno de mis hijos fue portero de Santos, Edinho, y me ha hecho sufrir mucho porque, yo que siempre hacia goles, yo que siempre mataba a los porteros y mi hijo, ¡quiso ser portero!...

Los diez años que jugó en Santos yo no podía ver los partidos, decía ¡hay Dios! No dejes que pateen a mi hijo…Además de que uno de los problemas que él tuvo fue que la gente siempre le hacia la comparación conmigo. Y él siempre decía, ‘todas las veces que yo entro a la cancha y viene un reportero, pienso que me va a preguntar ¿cómo estoy yo? , pero me dice, ¿cómo esta su papá?’… Y esto él lo sentía mucho”

Así lo recordaba Pelé semanas antes de que en Brasil se anunciara la condena de 33 años de prisión que impuso un tribunal de Sao Paulo a Edson Cholbi do Nascimento, Edinho su hijo, por lavado de dinero precedente del narcotráfico.

Si la apelación no procede, será el más triste final para el hijo de la máxima figura del futbol, que en contraste con el resto del mundo, ha llevado el nombre de su padre como una penitencia. Mientras que el gran Pelé, seguramente no encontrará campaña publicitaria que pague, o mitigue, el profundo dolor que se adivina en su sepulcral silencio.

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag