El espejo autoritario

El espejo autoritario
Por:
  • rafaelr-columnista

El libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, How Democracies Die (2018), tiene aspectos controversiales, pero parte de una premisa, que no por hipotética deja de ser tangible: en Estados Unidos la democracia puede colapsar. El legado del siglo XX, en el que esa nación enfrentó exitosamente los desafíos de los totalitarismos de derecha e izquierda y que, en las últimas décadas de la centuria, le permitió actualizar el repertorio de derechos civiles y avanzar en el pacto multicultural, ha dejado de ser suelo firme.

No acostumbran los norteamericanos a verse en el espejo de nadie, mucho menos de los fascismos europeos o las dictaduras latinoamericanas, pero Levitsky y Ziblatt invitan a hacerlo en su libro. Lo que está pasando con la presidencia de Donald Trump, dicen estos profesores de Harvard, permite algunos paralelos que a los sectores más chovinistas del país sonarán escandalosos. ¿Dónde más se han suicidado las democracias, se preguntan? Y responden: en Europa y América Latina.

La Alemania de los años 30 fue escenario del abandono de las instituciones y los valores de la República de Weimar, que tantos alemanes sentían anclados en su tradición humanística. Benito Mussolini, en Italia, comenzó objetando el liberalismo decimonónico italiano, por el flanco de menor tensión del socialismo, pero acabó creando el primer Estado fascista del siglo XX. La presencia o ausencia de tradición liberal no fue decisiva, en ninguno de los dos casos, para evitar el derrumbe de la democracia.

Lo más audaz del libro de Levitsky y Ziblatt es que colocan a Estados Unidos frente al espejo autoritario de América Latina. Esa zona del mundo, que la derecha norteamericana considera su negación, ofrece algunos ejemplos de desmantelamiento del orden democrático que a los políticos de Washington convendría repasar. Ziblatt es estudioso de Europa y Levitsky de América Latina, como probó en su muy influyente, Autoritarismos competitivos. Regímenes híbridos después de la Guerra Fría (2010), por lo que los ejemplos latinoamericanos pueden atribuirse al segundo.

Tres son los ejemplos latinoamericanos de autodestrucción de la democracia que propone Levitsky: Getulio Vargas en Brasil, Alberto Fujimori en Perú y Hugo Chávez en Venezuela. En los tres casos, un presidente electo democráticamente utilizó su mandato para minar las bases jurídicas de la democracia que lo llevó al poder. Podían revestirse de un lenguaje populista como Vargas, neoliberal como Fujimori o socialista como Chávez, pero, en la práctica, encabezaron la implosión de sus democracias.

No aseguran los autores que algo así esté sucediendo en Estados Unidos, pero insisten en que puede suceder, en ese país o cualquier otro del mundo. Puede suceder, de hecho, una y otra vez, en esta América Latina del siglo XXI. Basta con que el líder se crea un iluminado, que está por encima de las instituciones y las leyes y, lo que es peor, que tiene la misión de regenerar al país.