El espíritu de venganza

El espíritu de venganza
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Si de algo padece la justicia es de credibilidad, lo cual lleva a las acciones extremas. Un caso más ejemplificativo son los grupos de autodefensa michoacanos. Su surgimiento tiene que ver con la ausencia de autoridad y con su complicidad con la delincuencia organizada.

La reacción es un acto de sobrevivencia y también, en el consciente o el inconsciente, intentos de venganza. Mientras la justicia no cumpla con su responsabilidad hallaremos acciones ciudadanas que rompan el Estado de derecho. Habrá quien encuentre que existen justificaciones y por ello se presenta la justicia por propia mano.

En las largas conversaciones con el fundador de las autodefensas michoacanas, Hipólito Mora, la constante ha sido “las autoridades nos obligaron a tomar las armas”. Los ciudadanos desprotegidos, alejados de los gobiernos y los gobiernos alejados de ellos, geográficamente distantes de centros de poder político, municipal, estatal y federal, recurren a las armas como salida extrema.

Las autodefensas son la reacción ciudadana más radical ante la ausencia de justicia, autoridad e impunidad. La incapacidad del gobierno permitió que se armaran todos los grupos, lo cual provocó que muchos delincuentes se infiltraran entre ellos. Buena parte de los enfrentamientos en Michoacán son por las decisiones del gobierno federal, adoptadas por quien hoy dirige la Conade.

Ha permeado lo que podríamos definir como espíritu de las autodefensas. No se toman las armas, pero se trata de hacer justicia por propia mano. El hartazgo ciudadano está llevando a reacciones hasta ahora inéditas. Puede no actuarse directamente, pero se van incubando odios, enojos, deseos de venganza y pensamientos que en otro tiempo eran impensables.

Nos decía Edgar Cortez sobre la tortura a la joven mujer en Ajuchitlán Guerrero, por parte de soldados y policías federales, que el hecho de que se haya grabado lo que estaba pasando puede ser visto como un “trofeo” o un acto de venganza en honor a compañeros muertos en enfrentamientos con la delincuencia organizada.

El espíritu de venganza y la justicia por propia mano pueden estar pasando también por las propias autoridades. La justicia no da y por ello se resuelve actuar bajo la máxima de hacer justicia por propia mano.

Se sabe que los delincuentes pueden salir de la cárcel o desde el penal seguir delinquiendo, o pueden verse “beneficiados” por el “maldito” debido proceso, como le pasó a Nelson Vargas con uno de los plagiarios de su hija Silvia. La sentencia del secuestrador era de 34 años, la cual fue rebajada a 9; el delincuente anda de nuevo en la calle.

El galimatías es mayúsculo. No hay cómo salir porque si algo prevalece es la incredulidad, la cual no es casual ni inventada. Las reacciones que insinúan que la mujer torturada de alguna manera se lo merecía porque ella hacía lo mismo son irracionales.

Actuar como lo hace la delincuencia es ser como la delincuencia. No está fácil salir del lío. Se requiere de serenidad y de que sea la propia autoridad la primera que respete los derechos humanos y el Estado de derecho. Somos un país al que le cuesta cumplir con el mandato de las leyes en todos los ámbitos. La autoridad va mano y es un referente ciudadano. Los odios, el sentido de venganza, la impotencia y la impunidad que se han incubado forman parte de un todo en el cual los devaneos de la justicia constituyen una de las grandes claves de su razón de ser.

 RESQUICIOS.. Así nos lo dijeron ayer:

Reconocemos el mensaje del Presidente en la ONU. Se ofrece un compromiso de Estado para cambiar la visión de las cosas. Su planteamiento es humanista y puede enfrentar posiciones conservadoras que lo rechacen. Hoy por ningún motivo Peña Nieto puede negarse a la regulación; lo contrario es, entre otras cosas, decirle sí a las alternativas de producción de nuevas drogas que invadirán el mercado: Ernesto López Portillo V., director Insyde.

solorzano52mx@yahoo.com.mx

Twitter: @JavierSolorzano