El gesticulador: Retrato de una época

El gesticulador: Retrato de una época
Por:
  • claudia_guillen

Nuestro país se ha encontrado en varias revueltas desde que nos declaramos como un “México independiente”. Si nos detenemos a repasar el siglo antepasado y el pasado podremos observar que hemos vivido pocos años de tranquilidad bélica. Sin embargo, ya con el avance del siglo XX; después de la Revolución Mexicana y con la llegada del presidente Lázaro Cárdenas se fueron asentando las aguas mas no la idea de permanecer en una nostalgia imperturbable por el país que se había construido. Y en donde no se permitían las críticas pues parecía que con ellas se dañaría esa memoria del México que por fin había logrado la paz.

Y es justo este mes, que recién inicia, y que nos recuerda cómo somos capaces de celebrar fechas por demás remotas, aunque siempre entrañables para la mayoría pues se tratan de “fiestas patrias”. No obstante, es cierto que ha habido autores como Rodolfo Usigli, (1905-1979), quien fue conocido como el gran precursor del teatro mexicano moderno. Además de practicar géneros como la poesía, la narrativa. Y de ser un miembro activo de la diplomacia nacional.

Una de sus piezas teatrales es El gesticulador y traza una revolución no sólo por su estructura sino por el tratamiento que da, el autor, a temas que ponían en evidencia algunos “pecados” de quienes representaban a la política posrevolucionaria. Fue estrenada 10 años después de que Usigli la había escrito y si bien fue un éxito los 15 días que estuvo representada en el Palacio de Bellas Artes fue sacada de cartelera porque evidenciaba las máscaras que ocultaban la constante manipulación que cubrían a los políticos de la época.

El gesticulador es una obra dramática dividida en tres actos. En ella se nos presenta parte de la historia de la familia Rubio, formada por César (el padre, y profesor de historia), Elena (la madre), Julia (la hija) y Miguel (el hijo).

Todos ellos han regresado a su pueblo, desalentados de su estancia en la capital del país, porque no se cumplieron las expectativas del viaje: César Rubio no logró alcanzar la posición que deseaba obtener dentro de la academia. Julia sufrió un desengaño amoroso y, además, no era bella. Miguel estaba cansado de aparentar una posición económica que no tenía, situación que se daba a partir del empeño de su padre por hacerlos parecer lo que no eran.

La tarde de su llegada, Oliver Bolton, un profesor de la Universidad de Harvard, llega a casa de los Rubio porque se le ponchó una llanta, y dice que anda en el pueblo en busca de un general homónimo del dueño de la casa. Éste, siendo profesor de historia, conoce la suerte del general Rubio, pero al gringo no le parece convincente la historia que le cuentan sobre la muerte de este apóstol revolucionario. Es entonces que el profesor Rubio insinúa que él mismo puede ser ese general que el otro busca.

El profesor de Harvard, complacido entrega una generosa gratificación al profesor Rubio y, rompiendo su promesa de guardar el secreto, tiempo después escribe en un periódico el hallazgo que ha hecho en su viaje a México.

Antes de llegar una comitiva que desea corroborar que el general César Rubio permanece con vida, un desconocido pasa a buscarlo, pero no lo encuentra. Dicha comitiva, conformada por los hombres más importantes del pueblo, tiene también la intención, en caso de que el profesor sí sea el general Rubio, de proponerle una candidatura para la gubernatura del Estado.

Elena, desde un principio, no está de acuerdo con el engaño que se podía dar por las semejanzas biográficas entre el profesor César Rubio y el general César Rubio. Justo ese día, por la mañana, pide a su marido que se vayan lejos con el dinero que el gringo le ha dado.

Ante el alboroto y la confusión en que se ven envueltos los personajes, debido al reconocimiento que hace del general un viejo del pueblo de apellido Rocha, los hijos del profesor se sienten contentos y orgullosos de su padre y asumen su nueva condición de hijos de un héroe.

El fenómeno se repite en todos los pobladores, quienes reconocen en el general a quien lo está usurpando.

Sin embargo, ya con todos los preparativos para llevar a cabo el referéndum que pondría a César Rubio en la silla del gobernador, el hombre desconocido que nunca identificamos es Navarro, quien conoce a César desde que eran niños, ya que ambos habitaban el mismo pueblo, y tiene la intención de desenmascararlo pues él también es candidato para la gubernatura.

En el diálogo entre estos dos personajes, nos enteramos de que Navarro fue quien asesinó al otro César Rubio, y que ahora ambos dependen uno del otro por las mentiras que han ido bordando alrededor del asunto “César Rubio”. Asimismo, Navarro tiene planeado el asesinato del nuevo César Rubio, si éste se opone a renunciar.

El asesinato lo lleva a cabo un supuesto fanático religioso, y Navarro queda como el héroe que reconoció al asesino del prócer caído. Por su parte, la familia de Rubio queda con una posición mucho más estable, dado que son los herederos de éste héroe imaginario y necesario para el pueblo.

De esta forma, Rodolfo Usigli, se presenta como el censurado que expone puntualmente las debilidades de la sociedad de su época.

Nos vemos el otro sábado, si ustedes gustan.

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