El mundo como lo conocimos

El mundo como lo conocimos
Por:
  • Valeria-Martija

2016 será una parada en los libros de historia —posiblemente por los motivos incorrectos—pero parada será. Más allá de las valoraciones no podemos perder de vista que el mundo como lo conocimos se acabó, se extinguió, se esfumó.

Tras la segunda guerra mundial, las democracias liberales de corte progresista florecieron y vieron sus mejores años. La tensión que atravesaba al mundo era de corte económico —capitalismo vs. socialismo— aunque había un ambiente en el mundo que encontraba en la libertad individual un baluarte, algo por lo que valía la pena luchar.

Ya no más. Los gobiernos del mundo se inclinan hacia la derecha conservadora, que impone modos de vida a cambio de estabilidad económica; promesa siempre incumplida y que suele venir acompañada de sangre.

Pareciera que en la geopolítica solo quedan dos islas seguras para los liberales del mundo; se trata de los gobiernos de Canadá y de Alemania.

Trudeau y Merkel enfrentarán un duro 2017 pues las inercias económicas y sociales van en contra; ni América ni Europa serán los mismos. El gobierno de Trump marcará un momento difícil y distinto para la región y para el mundo; viviremos en un continente en donde la diplomacia importa poco, las amenazas son el día a día y el odio es la marca de la casa.

Europa, por su parte, enfrentará el fantasma de la disolución de la Unión. Los gobiernos de Italia y de Grecia viven al borde de la quiebra y la salida parece irremediable; esto, aunado al Brexit hará que el gobierno de Bruselas y Merkel pasen largas noches de zozobra tratando de mantener la utopía llamada Europa.

¿Quién gana con este nuevo orden mundial? Vladimir Putin, que nadie lo dude. Hay que seguir muy atentos la difícil situación que vivirá la Europa del Báltico —próspera, pacífica y estable— cuando el presidente ruso decida iniciar su expansión. Nadie va a detenerlo pues ya no hay quien defienda la libertad.

Nos guste o no, la realidad política mundial ha tomado un nuevo rostro y eso nos espanta —por el natural miedo al cambio— pero nos preocupa pues las nuevas facciones son duras, verticales, totalitarias. Encontramos odio, recelo, venganza y ansiedad por el poder. El rostro del mundo se arruga, pierde lozanía, se descarapela.

Pero no es momento de azuzar sentimientos de brocha gorda sino de afilar el bisturí de las ideas y mantener el pulso firme para hilar los razonamientos y, así, hacer los cortes y remiendos necesarios para construir el rostro que queremos.

Tendremos que dar la cara y enfrentar el siguiente año con más iniciativas y mayor compromiso con la cultura política que deseamos: señalando los abusos, proponiendo mejores soluciones. No podemos ser obsoletos ni dejar que el mundo nos deje atrás.

Así, ¡bienvenidos sean los cambios y abrazados sean los retos! Estoy cierta de que tenemos con qué dar la batalla.

valeria.lopez@anahuac.mx

Twitter:@ValHumanrighter