El nieto 114

El nieto 114
Por:
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Horacio Vives Segl

El encuentro de Estela de Carlotto y Guido tras 35 años de búsqueda va más allá de la reunión de una familia. Se trata de un suceso muy significativo para uno de los movimientos de derechos humanos más importantes del continente: las Abuelas de Plaza de Mayo, que junto con las Madres de Plaza de Mayo, constituyeron el principal frente de lucha y denuncia ante el terrorismo de Estado perpetrado por la última dictadura militar argentina (1976-1983). Aquí algunas implicaciones.

 Detenidos-desaparecidos. El gobierno de facto encabezado por Jorge Videla persiguió a muchos argentinos considerados sospechosos de “subversivos”. Laura Carlotto y Oscar Montoya fueron capturados en centros clandestidos de detención, para posteriormente ser asesinados. Ella, dos meses después de haber dado a luz a Guido, que nació el 26 de junio de 1978. Separados al nacer, no se volvió a saber nada del bebé nacido en cautiverio (suerte compartida por una multiplicidad de mujeres a las que les arrebataron a sus hijos recién nacidos, niños a quienes los militares en el gobierno entregaron arbitrariamente en adopción, como “botín de guerra de los vencedores”). Bajo la consigna de “buscar a los nietos sin olvidar a los hijos”, las abuelas pugnaron por recuperar a sus nietos secuestrados desde su nacimiento, asumiendo la muerte de sus hijos. El destino de los Montoya-Carlotto fue un ejemplo de los 30 mil detenidos-desaparecidos, según cifras de los principales movimientos de derechos humanos.

 Legado histórico. Con el retorno de la democracia en 1983, continuó el reclamo de madres y abuelas por conocer el paradero de sus familiares y “devolverlos a la vida civil” con sus familias. Pero también su tenaz insistencia por llevar a juicio a los responsables de los crímenes cometidos. Fueron piezas fundamentales para que en el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) se integrara la comisión que se encargó de investigar los crímenes cometidos por el gobierno saliente —cuyo informe fue conocido como Nunca más— y se realizara el histórico juicio a las juntas militares. Han pasado muchas cosas desde la aparición del movimiento de las madres y las abuelas en abril de 1977. Lo que no parece tener discusión es que, con su presencia constante en la vida pública argentina, han sido un factor fundamental para generar memoria activa en las posteriores generaciones y que no se olviden las atrocidades cometidas por un gobierno que no tuvo límites para neutralizar a la población civil que, bajo su óptica, era incómoda. La agenda sobre los derechos humanos y, en particular, el más oscuro ciclo de la Argentina del siglo pasado, seguirán siendo dinámicos: apenas el lunes, Evo Morales ordenó la entrega inmediata de Jorge Páez Sinestrari, militar prófugo por delitos de lesa humanidad, capturado recientemente en Bolivia.

 Hoy, Ignacio Hurban tiene 36 años. Se sabe que desde hace algún tiempo tuvo dudas sobre su identidad de nacimiento. Se trató del “nieto 114” recuperado (en su momento, las abuelas presentaron un informe ante la CIDH en 1979, documentando 5,566 casos). Acudió voluntariamente ante la justicia federal argentina a realizarse las pruebas de ADN que resultaron confirmatorias. Un hito en la historia del movimiento de derechos humanos argentino en su conjunto, de las abuelas en particular, y del derecho a la identidad de aquellos afectados por una de las acciones más perversas perpetradas por la última dictadura militar en ese país.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl