El otoño chiapaneco…

El otoño chiapaneco…
Por:
  • monica-garza

Violencia, miseria y violaciones a los derechos humanos, son las principales razones por las cuales más de dos mil personas cruzaron la frontera de su país con Guatemala, el lunes pasado.

De camino a encontrar el “sueño americano”, ése al que sólo se puede llegar pasando primero por México, cuyas fronteras en la realidad, no son ningún edén.

“Toda persona que ingrese al país de manera irregular, será rescatada y sujeta a procedimiento administrativo y, en su caso, será retornada a su país de origen, de manera segura y ordenada”, se lee en el tercer punto del comunicado que emitió el Instituto Nacional de Migración, previo a la llegada de los migrantes.

El documento, diplomáticamente redactado, argumenta como primera intención proteger a los migrantes del delito de trata de personas y otras actividades de la delincuencia organizada mexicana, pero llegó acompañado de 250 elementos de la Policía Federal en Tapachula, Chiapas, para “reforzar la seguridad”.

Los migrantes en territorio mexicano pueden solicitar su reconocimiento como refugiados ante las autoridades migratorias que, en teoría, deberán de responder antes de 45 días, pero la versión de Amnistía Internacional en enero pasado fue que el 75 por ciento de los migrantes señaló que las autoridades mexicanas nunca les informaron sobre su derecho de pedir asilo.

[caption id="attachment_815341" align="aligncenter" width="944"] Mujeres con su hijos al llegar a Ayutla, Guatemala el pasado 18 de octubre. Forman parte del primer grupo de migrantes provenientes de Honduras.[/caption]

Al final de cuentas, México impone la misma justicia que le es impuesta del lado de su frontera norte, ésa que critica con severidad y de la que tanto se victimiza. México también sabe predicar con el ejemplo de sus vecinos del Norte.

En 2015 entró en vigor el llamado Plan Frontera, en el que México y Guatemala se comprometieron a hacer de nuestra frontera sur una “zona más segura, inclusiva y competitiva”, pero para muchos no ha sido otra cosa que una cacería de migrantes.

Entre 2015 y hasta marzo de 2018 han sido detenidas en nuestro país más de 490 mil personas sin documentos migratorios, la mayoría en la frontera sur, según datos de la Secretaría de Gobernación.

De enero a mayo de este 2018, 12 mil 416 niños y adolescentes fueron presentados ante las autoridades, casi el doble que el mismo periodo de 2017 (cinco mil 882).

En contraste, el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos ha reportado una baja radical en detenciones desde junio pasado, un triunfo indiscutible para los republicanos, que con ello demuestran la efectividad de las políticas migratorias de Donald Trump, justamente a unos días de renovar el Congreso de Estados Unidos.

La presión para México es grande y por todos los flancos. Relaciones Exteriores ha pedido ayuda a la ONU para atender todas las peticiones que lleguen junto con la Caravana Migrante, y con esto responder a organismos como la CNDH, que exige al gobierno una visión humanitaria. Por lo menos la misma que demandan para los connacionales en la frontera con Estados Unidos.

Y es que México, como país de paso, representa un peligro para los centroamericanos que pretenden llegar a Estados Unidos cruzando nuestras fronteras.

Casi el 50 por ciento de ellos han revelado haber sido víctimas de robo, secuestro, o reclutados por el crimen organizado para delinquir, según lo ha informado la propia Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Históricamente, México había sido un oasis para los migrantes. El éxodo de guatemaltecos ocurrido en las décadas de los 80 y 90, a consecuencia de la guerra civil que atravesaba Guatemala, dio como resultado el establecimiento de cerca de 30 mil personas en territorio mexicano.

Con el paso de los años, —y los cárteles de la droga—, la realidad ha rebasado al espíritu altruista mexicano, y la presión del gobierno de los Estados Unidos, con sus políticas antiinmigrantes, vuelven a poner de rodillas al gobierno mexicano, al saliente y al entrante. El Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador ,ha dicho que a partir del 1o de diciembre dará empleo a los centroamericanos: “el que quiera trabajar en México va a tener una visa de trabajo”, dijo.

La pregunta es, ¿de dónde van a sacar los empleos? si a veces no los encontramos ni para nuestros chiapanecos.

Según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, de los 3.6 millones de chiapanecos que están en edad de trabajar (15 años y más), un millón 700 mil están desempleados.

En los primeros once meses de 2017 solicitaron empleo, a través de los distintos servicios de vinculación laboral, un total de 138 mil 807 chiapanecos, de lo cuales solamente fueron colocados 19 mil 635.

Cifras nada alentadoras para quienes buscan empleo en Chiapas, sean mexicanos, guatemaltecos u hondureños…