El otro Acapulco, el que no se ve

El otro Acapulco, el que no se ve
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Poco han cambiado las cosas en Acapulco a pesar de los discursos interminables. Como suele suceder, los avances no se aprecian cuando Acapulco se vuelve noticia o cuando se suscita un hecho escandaloso en la mismísima costera.

Ejemplo de ello son los ataques a varios sitios de taxis en las últimas semanas. Por más explicaciones y razones que se den al final lo que queda ante la opinión pública, y como imagen del puerto, es que es un polvorín incontrolable.

En el gobierno estatal se cree que a partir de la nueva estrategia la delincuencia está llevando a efecto ataques “desesperados”, tratando de ganar la plaza al saberse cada vez más vigilada y cercada. La reacción se basa, según esta versión, en que se están cerrando los caminos para la delincuencia organizada y por ello se ataca, independientemente de la interminable batalla entre grupos por prevalecer como hegemónicos en Acapulco.

Sin embargo, no todo empieza y termina en estos escenarios. Existen otras razones clave para explicarse lo que pasa y que coadyuvan a la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la violencia en el puerto.

Acapulco se ha ido dividiendo en muchos Acapulcos. Los extremos se llegan a juntar. La pobreza extrema y la riqueza desbordada, y hasta grosera, llegan a convivir en un radio no mayor de cinco kms. Las contradicciones sociales se atenúan un poco por la presencia del mar, el cual en algunas playas puede ser auténticamente democrático. En otros casos las playas son “propiedad privada” de hoteles, condominios o de ciertos personajes, en particular en Acapulco Diamante.

Lo que se ha convertido en uno de los mayores problemas para el puerto son las colonias populares. Son áreas inexpugnables, el riesgo al interior de ellas tiene su mejor definición en lo que nos dijeron en la colonia Ciudad Renacimiento el sábado en la tarde: “mejor ya váyase, no vaya a ser que se haga de noche”.

El temor y la desconfianza se sienten y se huelen. Los propios habitantes de la colonia saben que en algunas zonas más vale no meterse y que a ciertas horas más vale quedarse en casa. “Renacimiento” y otras colonias, la Luis Donaldo Colosio es otro ejemplo de ello, han sido utilizadas por los delincuentes para esconderse y también para chantajear y presionar a los vecinos. Como es sabido, muchos comercios, medianos y pequeños, han tenido que cerrar o de plano pagar el llamado “derecho de piso” en las propias colonias.

No hay muchas salidas de no ser el trabajo de mediano y largo plazos; en el corto tiempo no se va a ver nada. El problema, al ser integral, tiene que ser atacado en diferentes áreas. Los diagnósticos sobre el puerto por lo regular echan al narcotráfico y sus manifestaciones por delante. Sin embargo, la pobreza no aparece en el análisis como constante.

Hay signos alentadores. Durante mucho tiempo Acapulco ha tenido una sociedad desmovilizada. Pareciera que ahora han surgido nuevos indicios de una ciudadanía activa, fuimos testigos de ello en algunas colonias populares.

Las soluciones pasan por la movilización ciudadana, de otra manera no va a cambiar nada. No basta con llenar de soldados la costera si en el Acapulco que “no se ve” la muerte violenta es una forma de vida.

 RESQUICIOS. Así nos lo dijeron ayer:

Las personas que me acusaron no pudieron demostrar mis presuntas responsabilidades. Yo no secuestré a nadie, lo que pasó es que detuve a un joven que le había disparado a un policía comunitario y lo llevé al Consejo local, quien es la autoridad, y fue quien decidió qué hacer. A lo largo de estos tres años no me dieron oportunidad de defenderme, me la pasé en la cárcel injustamente. La Policía Comunitaria tiene desde su fundación, hace más de 20 años, bases firmes; yo coordino la policía y el Consejo decide. Ahora me voy a EU a un tratamiento médico y regresaré para seguir como comandante, ya me lo confirmó la comunidad.

Nestora Salgado, activista.

solorzano52mx@yahoo.com.mx

Twitter: @JavierSolorzano