El poder de los Templarios

El poder de los Templarios
Por:
  • larazon

Pablo Hiriart

El grave problema que van a tener los michoacanos el próximo año es a quién elegir como gobernador. Es que son muchos los políticos de esa entidad que están tocados por la mano criminal de los Templarios.

Políticos emblemáticos de PRI, PAN y PRD tienen ligas con ese grupo, antes llamado La Familia. Ningún partido se salva. Lograron penetrar los partidos y todas las instancias del estado, desde hace casi quince años.

El proceso para corromper al poder político fue paulatino, pero implacable.

Le pusieron dinero a las campañas de los candidatos a las presidencias municipales de todos los partidos. Su apuesta fue ganar-ganar, y lo lograron.

Cuando el alcalde tomaba posesión, cumplía su compromiso con los Templarios y designaba al jefe de la policía que ellos sugerían.

Y ese jefe de la policía ponía a los agentes que eran de la banda criminal. Es decir, los municipios pagaban el sueldo de los sicarios de Los Caballeros Templarios.

Ya no estamos en el caso de policías municipales aterrados ante el poder de fuego de un cártel, y que ante la disyuntiva de plata o plomo elegían forzosamente la primera.

No. En los círculos que tienen en sus manos el caso Michoacán, existe la convicción de que los policías municipales eran Templarios desde antes de ingresar a la corporación.

Luego la organización criminal expandió su poder, y nombró a los secretarios de Obras de los ayuntamientos, y los concursos de obra pública recaían, en su mayoría, en las empresas de la banda delictiva.

Lo mismo hicieron con las secretarías de Desarrollo Social de los municipios. Así manejaban las partidas que enviaban la Federación y el estado, y obtenían ganancias y apoyo popular con el reparto.

Después, como ya sabemos, penetraron la estructura del gobierno estatal, al grado de tener en sus manos corporaciones policiacas de la entidad, y como uno de los suyos al hermano del gobernador, quien recibía órdenes de La Tuta.

Hasta ahí es lo que se sabe. Pero los Templarios tenían, o tienen, buena parte del poder político en Michoacán.

Con ello se facilitó el cobro de cuotas por las cosechas de limones, por hectárea sembrada de aguacates, por tener un comercio, por tener una fábrica, una casa y hasta un terreno.

Todo lo anterior se manejaba por la policía de Michoacán, a las órdenes de los Templarios.

El dinero lo lavaban —o lavan— en minas de hierro, mineral que envían a China e India a través del puerto de Lázaro Cárdenas, que controlaban hasta que se envió a la Marina a tomar el mando administrativo del puerto y al Ejército a custodiar las inmediaciones. Los buques regresaban de Oriente con precursores químicos para la elaboración de drogas sintéticas.

Así es que el negocio principal de los Templarios no es la siembra de mariguana. Su botín era, es, el estado de Michoacán. Completo. Por eso es tan difícil desmontar su poder.

phl@3.80.3.65

Twitter: @PabloHiriart