El pozo español

El pozo español
Por:
  • larazon

Si los españoles se empeñan en jugar grandes partidos sin anotar goles, no llegarán muy lejos. Arrinconaron al equipo de Honduras, un conjunto modesto, crearon jugadas impensables, acosaron al portero Valladares, dispararon con grandes cañones sobre el arco hondureño, fallaron un penalti, el partido debió terminar siete a cero, pero al final la goliza quedó en dos goles más bien magros y tres cambios locos que debilitaron a España. Cuidado, una selección competitiva los manda a casa en un rato. Las maletas repletas de vanidad y ambición se cuentan por miles en los aeropuertos. España no debe olvidar que los pozos nunca devuelven lo que se llevaron en sus aguas profundas.

En España estaban furiosos, y con razón, con Jesús Navas, el jugador del Sevilla que debió ser el enganche por la pradera derecha y equivocó todos los pases que le dio la gana. Escuché gritos de desesperación que me recordaron nuestra relación patológica con el equipo nacional:

—Me cago en diez: ahora nos hacen un gol y verás lo que es sufrir.

Algunos aficionados preguntaron por mi origen. Me dijeron que México había dado cuenta de Francia y que estábamos para grandes cosas. ¿Qué querrá decir estar para grandes cosas? Me puse pesado y les dije que tenían a la mejor selección del mundo, pero que un filósofo debería explicarles lo que es el gol:

—¿Ortega y Gasset no tendrá algo? —disimulé.

—Ortega escribió de todo –me dijeron.

Yo sabía que Ortega nunca escribió de futbol, pero me callé la boca tan bien que me premiaron:

—¡Cojonudo!

El partido avanzaba anudado a una contradicción: ataques sin piedad y cero goles hasta que Villa hizo una locura de gol que enloqueció a la nación española. No fue para menos. Piqué marcó con teodolito un pase en diagonal para el Guaje. El control lo es todo en el futbol. Con el balón a sus órdenes disparó algo perfecto que terminó en las redes. Xavi, Alonso y Busquets se movieron a su antojo inventando la geometría del campo. Entonces empezó la feria del talento y el error frente al arco hondureño. Torres falló, y falló.

Por cierto: Villa corre, pasa, tira de lejos, remata de cerca, por eso anotó dos goles. En el segundo tanto, Xavi le puso el balón intratable a Villa que le pegó con suerte y rebotó en un catracho antes de olvidarse en las redes.

—¡Coño! Que metan a Pedrito —gritaban españoles amotinados contra Vicente del Bosque. –Jay, los sinsabores del futbol. Oiga: traiga maní y más frutos secos.

Los españoles con edad para la memoria recordaron el Mundial de 1982 cuando España debutó en su país y empató con Honduras a uno, un bochorno, una pena, al final un fracaso. Recordar desdichas es una forma de conjurarlas.

Recordé entonces el Mundial de 1966, Wembley. El equipo mexicano jugó contra Francia, Inglaterra y Uruguay. Del último juego recuerdo a Carbajal atajando balones charrúas y despidiéndose al final con sus cinco copas de experiencia. El marcador final: 0-0. México estaba eliminado. Desde luego la historia no se repetirá, nada se repite. Si evitamos a Argentina ocurrirán cosas insólitas, ya lo dijo el amigo español como si tuviera el tarot entre las manos: cosas grandes. Veamos.

rafelperezgay@gmail.com