El retorno de la historia

El retorno de la historia
Por:
  • larazon

Crisis económica global, tensiones en la Unión Europea, preámbulo de guerra entre las dos Coreas, filtración de documentos de la diplomacia norteamericana que dejan muy mal parada la política exterior de Estados Unidos, lucha contra el narcotráfico en las calles de Brasil y México, escalamiento del conflicto entre Israel y Palestina, India y Paquistán, China y Taiwán…

Año con año, el siglo XXI impugna la idílica profecía que imaginaba el fin de la guerra fría como el inicio de una paz perpetua. La idea fue expuesta con mucha claridad, hace un par de años, por Robert Kagan en su libro El retorno de la historia (2008). Lo que culminó con la caída del Muro de Berlín y la descomposición del campo socialista no fue sólo la existencia de dos grandes polos geopolíticos, sino la contención, por medio de esa lógica bipolar, de los crecientes conflictos locales, regionales y globales que amenazan la paz planetaria.

Hasta 1992 esa conflictividad pudo dirimirse por medio del forcejeo bipolar. En las dos últimas décadas, sin embargo, las formas de contención se vuelven más precarias y Estados Unidos, la potencia hegemónica global, es incapaz de regir el mundo unilateralmente. Si algo demuestran los papeles de WikiLeaks es que Washington sigue pensando el mundo de manera unilateral, a pesar de tantos signos de agotamiento de su propio liderazgo.

El diagnóstico de Kagan era que la primera década del siglo XXI demostraba el relanzamiento de liderazgos globales por parte de potencias como China o Rusia y el afianzamiento de estrategias de poder local o regional desde países con fuertes conflictos vecinales como India, Irán o Corea del Norte. Lo más grave, continuaba Kagan, era que muchos de esos países habían decidido reconfigurar su fuerza geopolítica por medio del incremento del gasto militar y de la posesión de armas nucleares.

Algunas derivaciones catastrofistas de este diagnóstico han llegado a ubicar la tercera guerra mundial a la vuelta de la esquina. El grado de conflictividad mundial no debería hacernos descartar el peor escenario, pero tampoco suscribirlo desde las posiciones que utilizan dicha amenaza como pantalla encubridora de autoritarismos y nacionalismos que aspiran a la impunidad.

En todo caso, los documentos de WikiLeaks dejan al descubierto lo poco preparada que está la diplomacia de la superpotencia mundial para lidiar con un planeta rebasado de tensiones. La mentalidad diplomática de las últimas administraciones en Estados Unidos parece adherida al principio de que esa nación se enfrenta solitaria a un mundo hostil, lleno de enemigos embozados, aunque se trate de estadistas y funcionarios de naciones democráticas y aliadas.

La crisis de la diplomacia norteamericana se produce en un momento de constitución de una nueva mayoría republicana en el congreso de Estados Unidos. A la presión interna que ejercerá, en los próximos dos años, esa oposición legislativa se sumará una cada vez más explícita impugnación del liderazgo global de Washington en foros internacionales. Tal vez no haya otro político mejor preparado que Barack Obama para resistir esa doble presión, pero el retorno de la historia puede ser más costoso para Estados Unidos que para cualquier otra potencia del orbe.

rafael.rojas@3.80.3.65