El Sísifo policial

El Sísifo policial
Por:
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Julián Andrade

Cuando se dan a conocer nuevos operativos conjuntos para enfrentar a los criminales se genera, se quiera o no, una enorme duda sobre lo que se está haciendo.

Morelos es un buen ejemplo. Una parte de la violencia que ahora padece el estado, tiene que ver con lo que está ocurriendo en Guerrero, donde las acciones de la autoridad están logrando algunos éxitos.

Los criminales migran si las cosas se ponen difíciles y es justo lo que ocurre en algunos lugares del país.

Tamaulipas, por su parte, dibuja el nuevo drama mexicano, ya que desde tiempos del presidente Vicente Fox se instrumentó el operativo “México Seguro”, que tenía el propósito de contener la violencia y de debilitar al cártel del Golfo.

Por momentos el asunto parece una comedia de enredos, pero cargada de malas noticias.

Al final de la administración del presidente Ernesto Zedillo se decidió el mandar a grupos militares para perseguir a Osiel Cárdenas.

Ya sabemos cómo terminó el asunto: Osiel reclutó a decenas de sus perseguidores, quienes fundaron a Los Zetas, primero como escoltas y luego como una organización criminal con autonomía propia.

El error, que todavía sigue costando, es que nunca se establecieron los sistemas de vigilancia y de control para evitar lo que al final ocurrió.

Pero peor aún, cuando en diciembre de 2006 se decidió entrar en una batalla de la que no hay fin a la vista, se hizo sin tener en cuenta la enorme infiltración criminal que imperaba en las policías estatales y municipales, que fue lo que al final generó una altísima violencia.

No se suelen medir las consecuencias de cada jugada y con posterioridad hay que lamentarlo.

En efecto, el problema es de proporciones mayores, porque también les asiste una parte de razón a quienes insisten en que a estas alturas no hay camino distinto, en tanto no mejore el desempeño de las policías locales.

Es como Sísifo y su desgracia permanente, pero que en el tema policiaco suele tener consecuencias por demás lamentables.

Estamos a siete meses de que termine la administración federal y el discurso está centrado en que se van a dejar las bases para que en el futuro, si se continúa con la estrategia, tengamos una situación de seguridad aceptable.

Puede ser que al paso de los años estos esfuerzos se reconozcan, pero tendrán que pasar por la aduana de un nuevo gobierno que se verá obligado a realizar correcciones, cuando menos las que tienen que ver con establecer enfoques distintos y menos costosos.

Parte de ello es el anuncio de Enrique Peña Nieto, quien está arriba en las encuestas, de establecer una gendarmería nacional, que tendría el propósito de ocupar a los militares en tareas de seguridad pública, pero bajo el mando y la responsabilidad de un civil.

Sin dejar de ver los riesgos, puede servir para trasladar el costo político de la utilización de los militares al gabinete civil, y de mantener la presencia y la fuerza del Ejército ahí donde sea necesaria.

julian.andrade@3.80.3.65

Twitter: @jandradej