El spot de Mexicanos Primero y Roberta Jacobson

El spot de Mexicanos Primero y Roberta Jacobson
Por:
  • horaciov-columnista

Dedico la colaboración de esta semana a dos temas de coyuntura. Por un lado, las resoluciones ante las impugnaciones recaídas en el spot denominado “Y si los niños fueran candidatos”, ampliamente difundido; y, posteriormente, una breve reflexión sobre la despedida, el sábado pasado, de Roberta Jacobson como embajadora de Estados Unidos en nuestro país. Algunos comentarios al respecto.

El spot de la polémica. Cualquier democracia liberal se caracteriza (o debería) por tener un esquema de comunicación política llano y simple, que contemple algunas presuposiciones básicas: 1) el gobierno y su partido pueden defender libremente sus logros, 2) los partidos de oposición son libres para atacar al gobierno y su partido, o a los otros partidos, y todos ellos para defenderse y contratacar; y 3) los ciudadanos pueden ejercer, sin restricción, su libertad de expresión en cualquier sentido. Pero no es así en México, que tiene un esquema de comunicación política en campañas electorales absurdo, abigarrado y pleno de discrecionalidad y casuística. Lo peor del caso es que se ha generado una polémica sobre el spot, que se ha centrado más en las medidas cautelares sobre su exhibición en radio y televisión que en el fondo del asunto: el modelo de comunicación y los derechos de la niñez. Así las cosas.

Hacer buena diplomacia en tiempos de Trump. Apenas estuvo dos años como embajadora de Estados Unidos en nuestro país, precedida por una extraordinaria carrera en diversas responsabilidades de primer nivel en el Departamento de Estado, particularmente en Latinoamérica y en el hemisferio occidental. Nombrada por el presidente Barack Obama para sustituir a Anthony Wayne, inició su encomienda en mayo de 2016. Por aquellos días, al final de su mandato, la popularidad de Obama en el mundo, y particularmente en México, era estratosférica; mientras que la precandidatura de Trump por el Partido Republicano apenas iba transitando de una mala broma a una preocupante opción.

Con el paso del tiempo, la desafortunada visita del candidato republicano a México, su triunfo en las elecciones, su toma de posesión y su permanente, abyecta y creciente retórica antimexicana, la labor de la embajadora para tender puentes constructivos en la relación bilateral entre México y Estados Unidos, en su peor momento desde la Revolución, no era una tarea fácil. Sin desatender, claro está, los intereses de su país, Roberta Jacobson fue siempre una presencia amable, una entusiasta de México y una aliada estratégica en tiempos difíciles para nuestro país.

Tuve la oportunidad de verla en ocasión del VII Foro por la Democracia, organizado por la Coordinación de Asuntos Internacionales del INE, en octubre de 2016. La opinión de los que estuvimos en aquella ocasión en el Palacio de Minería fue unánime: nos cautivó por su talento, profesionalismo y simpatía. Difíciles zapatos tendrá que llenar quien llegue a sucederle. Se le va a extrañar, y mucho. Más aún, claro está, si su reemplazo termina por ser de un perfil, por decirlo de algún modo, más “puramente trumpeano”, lo que sería lamentable en estos tiempos, de por sí malhumorados, que nos está tocando vivir.