El zócalo de ellos

El zócalo de ellos
Por:
  • larazon

Repantigado en el mullido sillón de su amplísimo estudio, Gamés recordó con ansiedad que se avecina el Mundial. Y los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas en huelga de hambre en el Zócalo decidieron que no moverán su campamento para que en su lugar se instale la gran pantalla en la cual serán proyectados los partidos del torneo. “Parece que a los gobiernos les interesa más un Mundial que los problemas del país”. Gil se incorporó del mullido sillón y caminó sobre la duela de cedro blanco con las manos entrelazadas en la espalda y caviló: no nos pongan a elegir entre el Mundial y los problemas del proletariado porque, carambas, ustedes saben, el Campeonato del Mundo ocurre cada cuatro años, en cambio los problemones del país son cosa de todos los días, en fin.

El compañero Fernando Amezcua, vocero del SME, afirmó como una hoja de filo que corta el tiempo: “No permitiremos que nos retiren de lugar para que el gobierno capitalino coloque las pantallas gigantes para la realización del FIFA Fan Fest”. Correcto, compañero. Y, por cierto, usted ¿dónde va a ver los juegos del Mundial? Porque la última vez que estuvo en huelga de hambre apareció en Caracas con los compas venezolanos. Dígale a Gil para que lo alcance en la cantina. Ahora mal: ¿no quedamos en que usted estaba en huelga de hambre? La verdad, para llevar casi sesenta días sin probar alimento se le ve en plenitud de facultades, lleno de vigor y fuerza combativa. Dice el brillante compañero Amezcua: “Al gobierno le interesa quedar bien con los empresarios y a los trabajadores los golpea, desaloja, maltrata. Por esto, los electricistas en ayuno no se moverán”. Pues no se muevan, Fernandón, es más, que el pueblo les construya unos condominios horizontales con alberca y quédense a vivir en el mero corazón de la ciudad.

Gil se enteró por medio de una de sus unidades de investigación que Marcelo Ebrard no escalará el conflicto (¿que querrá decir esto?). El Jefe de Gobierno considera que debe crearse un ambiente de “coexistencia con los manifestantes porque nosotros respetamos su lucha”. Gamés pensó que será una rara coexistencia: mientras en el círculo rojo, así le llaman al campamento de la huelga, se oyen gemidos de sed y ayes de dolor, al otro lado se escuchará la fiesta del alarido con sus chelas bien muertonas y sus papiondas y sus tortas de pierna adobada. Gil sospecha que de este lado estará el compañero Amezcua. Y donde gane México sus partidos iniciales, la cosa se va a poner fea porque la multitud enfebrecida va a entrar al campamento del SME a festejar con los huelguistas.

Otra unidad de investigación, hay varias unidades, le ha informado a Gamés que los maestros que realizan un plantón en el Zócalo no sólo no se moverán, esperan a nuevos compañeros. Se va a poner bueno. Gamés propone que les lleven las puertas de Palacio Nacional, de San Ildefonso y de la Profesa para que los mentores se entretengan. Por cierto, ¿detuvieron a alguno de los rufianes por el asalto a la SEP? ¿A nadie todavía? Vamos bien.

La misma unidad de investigaciones coordinada por Gilga le comunicó que el PRD defiende el “derecho constitucional de los maestros de la sección 18 y del SME a protestar y exponer sus razones en el Zócalo”. Jesús Ortega consideró que no hay contradicción entre la protesta y la realización del festival. Gil ignora si esto incluye el uso de puertas antiguas. Lo dicho: un partido impresentable, con un presidente nacional infumable.

“Veo algo al final de la habitación”, dijo Samuel Beckett antes de morir en el asilo de ancianos donde pasó la última temporada de su vida.

Gil s’en va

gil.games@3.80.3.65