Elecciones 2018: el último tercio

Elecciones 2018: el último tercio
Por:
  • eduardon-columnista

En poco más de una semana tendrá lugar la magna jornada electoral en la que elegiremos al Presidente de la República, diputados federales, senadores y diversos cargos a nivel local y municipal —dependiendo de la entidad de la que se trate. En el transcurso de las largas precampañas, intercampañas y campañas han resaltado algunos factores que vale la pena comentar, antes de concluir con el ejercicio democrático del próximo 1 de julio.

Lo bueno. Sin lugar a dudas, lo más sobresaliente de las campañas presidenciales han sido los novedosos formatos de debate adoptados por el Instituto Nacional Electoral. Para sorpresa de muchos, los tres ejercicios realizados a lo largo de las campañas no sólo rompieron con los tediosos y aburridos esquemas a los que tristemente estábamos acostumbrados, sino que imprimieron un sello muy particular al actual proceso electoral, logrando despertar un gran interés por parte de la ciudadanía y alcanzando niveles de rating históricos. Sin duda, hay aspectos susceptibles de mejora, pero todo parece indicar que lo realizado en el actual proceso representa un punto de inflexión en la cultura del debate en nuestro país.

Lo mediocre. Tristemente, el contenido de las campañas —en particular, el de las presidenciales— no ha sido muy diferente al de elecciones anteriores, en donde se sigue privilegiando el uso de spots como principal herramienta proselitista, por encima del análisis y debate de propuestas y planes de gobierno. En tanto no se modifique el marco legal que regula la comunicación política de los partidos durante el proceso electoral, seguirán abundado los ataques, las descalificaciones y las tonadas pegajosas a través de radio y televisión, en lugar de la exposición de propuestas concretas que —además— vayan acompañadas de una explicación detallada de la forma en la que se pretende su consecución.

Lo lamentable. Resulta alarmante el ambiente de violencia en el que ha transcurrido el actual proceso electoral, lo cual se ha visto reflejado en la indignante cifra de candidatos asesinados —de todos los niveles— a lo largo del proceso —misma que ya rebasa el centenar y la cual se actualiza prácticamente día con día—; ello sin contar a todos aquellos que también han sufrido atentados en el transcurso de sus actividades de campaña, y que afortunadamente han vivido para contarlo. Esta situación no es más que el reflejo del clima de inseguridad que invade a todo el territorio nacional y que pone de manifiesto el verdadero poder y control que ejerce el crimen organizado en extensas regiones del país, al grado de poderle exigir a candidatos y partidos dinero o prebendas políticas, so pena de muerte.

El próximo domingo 1 de julio tenemos una cita ante las urnas. Ojalá que todo el esfuerzo —tanto de la autoridad electoral por organizar la elección, como de candidatos y partidos, en su labor de convencimiento— se traduzca en una alta participación ciudadana y en el ejercicio del voto informado y razonado, que permita tomar al país el rumbo que merece y que necesita; al menos por los próximos seis años.